miércoles, 20 de octubre de 2010

¿Cuál es la duración de la vida del hombre? Un punto en el espacio. ¿La
sustancia? Variable. ¿Las sensaciones? Oscuras. ¿Qué es el cuerpo? Futura putrefacción.
¿Su alma? Un torbellino. ¿Su destino? Enigma. ¿Su reputación? Dudosa. En una
palabra, todo lo que proviene de su cuerpo es como el agua de un torrente, y lo que
dimana de su alma, como un sueño, como el humo.

martes, 19 de octubre de 2010

Cuando los lunes se transforman en la antesala de una semana infernal

En ocasiones nos cuesta un mundo empezar una semana más. Un lunes-viernes en ocasiones nos parece un autentico clavario y deseamos que llegue el viernes, solo para que se termine y empiece el sábado y continúe con el domingo. En esas semanas nos cuesta levantarnos de la cama y seguir una vez más con la monotonía diaria (ya sea con nuestro trabajo, estudios o simplemente dedicarse a ese respetable pero no pagado trabajo de am@ de casa). Esto les pasa muy habitualmente a muchos de nuestros jóvenes estudiantes cuando tienen que empezar una semana más cargada de clases o una semana con algún espantoso y malévolo examen de por medio puesto por un pérfido y malévolo profesor. Como digo, esto es muy habitual en un gran numero de estudiantes. Pero lo que es desgraciado y sabe igual que una bola de lodo en nuestra boca es que a un chaval (la edad que sea) le cueste un mundo empezar la semana por que tema que esa semana como otras tantas va a pasar por el calvario que le extenderán sus compañeros como si fuera una alfombra roja del acoso escolar. Acoso escolar. Maldita palabra. La sensación de que vendito el fin de semana y Dios mío, ¡¡no, un lunes, una semana de infernales horas, de tortuosos minutos!! Por desgracia se muy bien de que hablo. Esa sensación ahogante que invade a uno al comprobar que se acerca una semana probablemente infernal, por que por que no va a ser infernal si esa es la tónica general. No se cuantas veces e sentido esa sensación, tal vez tantos días como tiene el calendario escolar. Me levantaba cada lunes de la cama con una mezcla de miedo y resignación. Miedo por que sabía que aquel día era el primero de otros cuatro días llenos de insultos, amenazas, golpes y un sin fin de abusos perpetrados por algunos de mis compañeros de instituto. No todos los días iban a ser iguales, por supuestos. Se dividían en días malos y en días especialmente malos. Rara fue la semana que hubiese cinco días buenos. Cinco días libres de acoso escolar. Un sueño, un espejismo. Y aquel calvario empezaba todos los lunes de una nueva semana, de un nuevo comienzo de infierno. Luego venía el regreso que en los últimos tiempos me provocaba un malestar que se traducía en escandalosas arcadas que era la traducción más visible del malestar que reinaba en mi alma. Por desgracia esto que cuento, esa sensación obsesiva e infernal de pensar que con un lunes empieza una nueva semana de torturas y sin sabores  en el instituto o el colegio no es propiedad mía de mis tiempos de estudiante, sino como digo, por desgracia pertenece a una significativa cantidad de adolescente que se encuentran en nuestras aulas, unas aulas que por un periodo determinado se convierten en un rincón más del infierno. Hoy en día cuando me levanto por las mañanas de un lunes cualquiera lo hago con fuerzas, con ganas, una semana más por delante, COME ON!!!!!!!http://www.youtube.com/watch?v=fG6g3QeSVZI&feature=more_related

lunes, 18 de octubre de 2010

La Sombra del Viento de Ruiz Zafon.









Cada libro contiene dentro de sus hojas una historia. Pero cada lector también puede tener su propio relato con ese libro. Una historia que si cabe le une más al libro de lo que haría, quizás otro. Ese es mi caso con este libro. La primera vez que vi aquel libro fue un día en una librería. Me llamo la atención el titulo, nunca lo había oído (aunque por aquellas fechas era ya un best seller y hacía ya unos años que había sido publicado), me atrajo también el titulo color escarlata que se me antojaba impreso en sangre brillante. Pero a pesar de haberme llamado tan poderosa atención el libro (solo había visto la encuadernación) no lo adquirí en aquel momento y me decante por otro libro. A partir de aquel día en la librería lo observé expuesto en otras librerías pero por una cosa o por otra, lo dejaba pasar. Solía ver a algunas personas leerse aquel libro cuando estaban esperando en la estaion de autobuses o en el autobús cuando iba rumbo a ver a la familia materna en Extremadura. Me pico el gusanillo, como se suele decir y me prometí que cuando tuviera oportunidad me lo compraría. Pero cuando acudí a la librería, el libro ya no lo tenían y lo tuve que encargar, pero al final entre unas cosas y otras ni la librería me aviso si lo tenían y a mi seme paso llamar a la librería si tenían La Sombra del Viento. Paso un año y cuando seme había olvidado por completo el asunto del libro, el día que estaba comprando los regalos de Reyes lo vi, en un rincón de un escaparate de una papelería. Ni me lo pensé. Finalmente tenía  La sombra del viento de Carlos Ruíz Zafón en mis manos.
Y allí me zambullí y me entregué a una historia que me mantuvo encerrado en un mundo tan extraño y tan intenso. Entendí ahí porque todos hablaban de este libro.                                                                                                                                       Bueno, os preguntareis de que va la Sombra del viento, que tan sumergido me tubo durante toda su lectura. Ahí va un resumen:
Daniel Sempere es hijo de un librero. Su padre lo lleva una mañana de verano en la Barcelona de 1945 al Cementerio de los Libros Olvidados (Imaginaros una biblioteca llena de estanterías donde vuestra vista no pueda vislumbrar el final y sólo podréis ver libros y más libros. Una delicia, ¿verdad?).Allí elige un libro, del que se enamora y se obsesiona: La sombra del viento de un tal Julián Carax. Este libro cambia el rumbo de su vida y le arrastra a un laberinto de intrigas y secretos. Mientras experimenta las primeras sensaciones de atracción por una mujer cuyo puente es su fascinación por Carax, Daniel comienza a averiguar más sobre el autor y tambien empieza a buscar más libros de Julián Carax, se enamoró tanto de la novela que quiere saber quién es ese hombre y porque alguien está quemando todos los libros de Carax, por lo que a oido a su padre. Puede parecer al principio un simple capricho de un joven pero cuando Daniel encuentra a un hombre que le recuerda muchísimo a uno de los personajes de La Sombra del Viento, será arrastrado junto a los que le rodean en un laberinto lleno de intrigas y secretos enterrados en Barcelona. Pero a pesar de esto poco a poco irá investigando, se irá enterando de diferentes sucesos que marcaron la vida de Carax si saber que muchas personas están empezando a vigilarlo y que se está metiendo en algo que se escapa de sus manos. Pasan los años y se ve parte de una historia extraña, llena de intrigas, de amor y pasiones en tanto persigue la reconstrucción del pasado de Julián Carax.  Mientras experimenta las primeras sensaciones de atracción por una mujer cuyo puente es su fascinación por Carax.
Algunos personajes: Personajes exquisitos como el de Fermín (un Sancho Panza moderno), quien no tiene desperdicio alguno y me robaba una  carcajada tras otra con sus frases demoledoras (autenticas perlas como: "La televisión amigo Daniel, es el Anticristo y le digo yo que bastarán tres o cuatro generaciones para que la gente ya no sepa tirarse pedos por su cuenta y el ser humano vuelva a la caverna, a la barbarie medieval, y a estados de imbecilidad que ya superó la babosa allá por el pleistoceno. Este mundo no se morirá de una bomba atómica como dicen los diarios, se morirá de risa, de banalidad, haciendo un chiste de todo, y además un chiste malo."). La ternura de Daniel, al  que conocemos con diez años, pero que vemos crecer, tan ingenuo pero con un sentimiento tan intenso y genuino. La inteligente y bella Bea. La trágica Nuria Monfort, responsable de que nos enteremos de gran parte de la trama, y Miquel, amigo íntimo de Julián Carax (personaje trágico donde los hay), este último factor común y enlace entre los personajes, origen y meta de todos ellos. Y así un largo etc......
 Destaco la pureza de lo que sienten los personajes, al nivel en que lo sienten y los lleva al todo o nada. También, la historia en sí. Es una telaraña que va y viene, con sacudidas inesperadas colocadas en el momento perfecto y cuando menos lo esperas. Es un cuento dentro de otro cuento con conexiones de a ratos sutiles y de a ratos tan obvias. Con personajes siniestros y personajes tan fáciles de querer. Destaca la asombrosa destreza de Ruiz Zafón para presentar perfectamente todos los elementos; da giros y vueltas de tuerca para entrelazar situaciones, para mantener muy despierta la mente del lector haciendo elucubraciones continuas sobre los desenlaces y la información que se va produciendo.
La novela es una tragedia (aunque creo que la novela abarca mucho) pero se suaviza con el aderezo de las conversaciones de Fermín, los comentarios de la Bernarda y situaciones muy cómicas. Valga como ejemplo esta descripción que resulta tan gráfica: «Como la primera vez, nada de nada. Uno no sabe lo que es la vida hasta que desnuda por primera vez a una mujer. Botón a botón, como si pelase usted un boniato bien calentito en una noche de invierno. Ahhhh…».
Es una novela de amores y de odios, de soledades no queridas y a veces compartidas, de traiciones, de frustraciones, salpicada de penurias de la posguerra española que el autor sabe retratar tan bien. Ruiz Zafón la termina con un bucle en el tiempo, con situaciones que se repiten en otra época y con otros personajes.
Todos los que amamos leer (en mi caso no es que me guste leer, sino que es mi droga particular), sabemos el efecto que puede producirnos un buen libro. Hay razones particulares por los cuales un libro llega a nuestras manos en determinadas etapas de nuestra vida y no en otras, produciendo un efecto muy distinto en cada persona. Pero un excelente libro como La sombra del viento te genera una cosa más: una unión personal con esa novela. Un saludo a todos y hasta la próxima entrada.

jueves, 14 de octubre de 2010

La búsqueda de la paz y la tranquilidad

¿Nunca os ha ocurrido en vuestras vidas desear algo que no teníais con una intensidad y una fuerza inusitadas?                                                                                                                                                                                                 La respuesta en mi caso sería un SI escrito en mayúsculas y es que cuando uno no tiene algo como se suele decirse es cuando realmente te das cuenta que lo has perdido. Nunca en esta vida desee algo con tanta fuerza que la paz y la tranquilidad de mi alma durante las interminables e infernales jornadas de instituto, como jamás desee en esta vida algo antes. En aquel tiempo pocas cosas me sobraban y muchas escaseaban. Pero lo que más echaba de menos era una paz y una tranquilidad permanentes para mi alma. Un alma que por aquel entonces tenía muchas roturas en múltiples partes y sangraba una y otra vez, ahuecando mi ser, dejándome vacío de cualquier otra sensación que no fuera un cierto regusto de amargura y de rampante miseria. Puede que ahora, mientras estoy escribiendo pueda parecerme que aquello sucedió hace eones (como acostumbro a decir habitualmente) y que la ilusión de pretender que aquello nunca sucedió, que aquello nunca lo sentí en mis entrañas, aquella marabunta de sensaciones y sentimientos, pueda adueñarse de mi, aunque considero por fortuna o por desgracia que pensar lo que pudo ser y no fue es una autentica perdida de tiempo. Pero no, por desgracia aquello no fue un sueño lejano y remoto, fue algo real. Algo terroríficamente real. Me sentía vacío por dentro y lleno de oscuridad y amargura. Todo esto sucedió poco a poco a través del tiempo, pero fue un virus constante y voraz que me invadió y que le costo ahuecar el ala de mi alma. El caos reinaba dentro y fuera de mí en una espiral llena de locura, locura humana. Sensaciones como el dolor, la dejadez, el desprecio y otras tantas sensaciones (algunas las e ido narrando en este blog) fueron la tónica dominante de aquella espiral y de aquella época. Fui olvidado por casi todo el mundo y abandonado a mi suerte (uno de los primeros que me abandonaron a mi suerte fui yo mismo, esto pueda resultar confuso, pero así fue). Si todos o casi todos me abandonaron y me olvidaron, yo también hice lo mismo, abandone a todos. Y el anhelo de paz y tranquilidad empezó a ser una quimera, una utopia que mis ojos apenas habían visto. Algo distante y totalmente fuera de mi alcance. Así que si era algo totalmente inalcanzable para que molestarse en buscarlo. Así que abandone la búsqueda de paz y tranquilidad y me abandone a aquella marabunta de malos tratos y golpes que me regalaban con tanto ahínco y afán mis compañeros. Hoy en día, con la lógica perspectiva que da mirar al pasado con otra mentalidad que la que tenia en aquel tiempo, pienso lo fácil que fue todo aquello, el dejarse abandonar por los demás y encerrarse en si mismo. Fue una acción desesperada y aunque pretendí que la tranquilidad había volado a otro nido, tal vez el dejarse abandonar por los demás y por mi mismo, fue un desesperado intento ultimo e inconsciente de encontrar la paz en aquella actitud, un placebo.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Demostrando (todavía hoy en día) que existe el acoso escolar




"El Sol jira alrededor de la Tierra" solían decir los muy entendidos en ciencias hace ya unos siglos. También aplicaban una muy curiosa política de tolerancia hacía los que osaban contradecir esta verdad de verdades: la cárcel (en el mejor de los casos) o la hoguera (un autentico premio cuando era invierno, imaginaros que calorcillo desprenderían las llamas consumiendo al pobre iluso que contradecía que el Sol no giraba alredor de la Tierra), aunque también existía la tortura. Pero curiosamente la "GRAN VERDAD" no estaba en lo cierto y la minoría pensante independiente que debía callar tenia la razón. Y poco a poco la verdad, en este caso que la Tierra no era el centro del universo se abrió paso y hoy en día conocemos esa verdad, la verdad. Bueno os preguntareis por que hablo de ese tema, si el tema principal y por el cual existe este blog es el acoso escolar. Bueno creo que  lo anterior referido si tiene que ver y mucho con el tema habitual del blog. En este caso la Historia nos muestra como una teoría se daba por cierta al 100 % mientras que otra, que era la real se perseguía y se ocultaba desesperadamente. Bien, por desgracia esto pasa hoy en día con una cantidad asombrosa de asuntos, como por ejemplo la autentica verdad sobre la cantidad de parados en nuestro país, el devenir de la economía presente, el clima de inseguridad que se respira en España que para unos es un espejismo y para otros es verídico y respirable, etc. Uno de esos etc innumerables es la autentica verdad sobre el acoso escolar, un acoso escolar que por muchas estadísticas y números esconden nombres y autenticas pesadillas. Existe una teoría, una teoría oficial: El acoso escolar no existe y si existe es en caso aislados, que en estos casos se suele atajar magníficamente. Disculpad que añada algo respecto a esto, muy propio de mi pueblo, miau pa´el gato o lo que es lo mismo mentira repelentemente cochina. Existe otra teoría, una teoría que considero que es la VERDAD, y es que existe el acoso escolar, que no es aislados y que en muchos casos la autoridad competente es incapaz de atajar este problema satisfactoriamente. Bien como defender esta verdad. Uuuuuooohhhh, exponiendo la verdad tal cual es. Veamos según algunos dicen que no existe el acoso escolar, veamos como puedo contradecirles. Aaaaahhhhhh. Sí puedo, les puedo poner un caso veridico y de claro ejemplo de lo que digo: el mío. Que se le ocurra alguien decirles a mis padres que su hijo no padeció en el pasado acoso escolar. Que se le ocurra decir a alguien que las horas de preocupación, las reuniones con el tutor de su hijo, las visiones insoportables de moratones en las carnes de su hijo y a si un etc interminable nunca existió. Por favor que alguien de esos que defienden que el acoso escolar no existe que se lo digan a mis padres, por favor para que salgan del brutal error que estaban inmersos en un pasado no muy lejano. "Seria un caso aislado, que seguramente termino con un final feliz, de esos de Cuentos de Hadas" podrán argüir algunos de estos que se obcecan tanto en contradecir el acoso escolar. "Final feliz", ¿un final feliz?, no se a que se puedan referir. Uuuuummmmm, tal vez se referirán que al final la autoridad competente del instituto triunfo y atajo valiente aquel atroz suceso. O tal vez querrán decir que no fue tan malo aquello, si al final salí de aquello y sigo vivo y razonablemente sano para contarlo en este Blog. En ningún caso el Instituto atajo para nada mi caso. Segundo sí, estoy vivo, pero no por estar vivo deja de haber sido algo que pueda haberme destruido. A alguien que padece una enfermedad como el cáncer y se recupera de esta enfermedad no creo que a nadie se le ocurra que por haber sobrevivido es que la enfermedad no era "para tanto". Además claro ejemplo (por desgracia, ya me gustaría que no existiera ejemplos, por que eso significaría que no existiera) es el caso de algunos de los que me suelen escribir en el blog. Pero puedo poner otros casos: el del joven Jokin que se suicido por el grave acoso al que estaba siendo sometido; el de un niño que sufrió acoso escolar en el colegio Suizo de Madrid y que fue ignorado y mal tratado por el centro que negaba los casos, el caso de una joven que hace unos cinco años (si no estoy en un error) se precipito por un puente a causa de que al igual que Jokin no soportaba el acoso escolar y así puedo referirme a mil y un casos de acoso escolar que en su día recogieron los medios de comunicación y otros que no han sido publicitados ante la opinión publica. Podría poner otros casos de acoso escolar que se dieron en mi Instituto en mis años en el, no solo el mío. Y os pregunto, a todo aquel que lea esto ¿creéis que el acoso escolar no existe o es aislado después de lo que he expuesto?                                                                                                                                                Pero lo más triste, es triste que alguien sufra acoso, pero más triste y vomitivo es que los que puedan hacer algo a este respecto se empeñen una y otra vez, no en atajar y eliminar este problema sino en taparlo con un dedo. ¿Por qué no atajan con todos los medios disponibles este problema? ¿Por que en algunos casos persiguen a las familias que denuncia este problema tan sangrante e infernal? La respuesta puede ser que es más fácil mirar a otro sitio y que muchos optan por no mancharse las manos por dos días que van a estar en un centro educativo o en una consejeria o en el ministerio de educación y esto es muy triste lo que voy a decir pero cierto: por un sueldo que no merece mancharse las manos por nadie. El cochino y podrido dinero. Mejor la tranquilidad mía y no la de los demás. ¿Que hay que esperar para que actúen como es debido? Por favor, por lo que más quiera Dios que no tengan que actuar por que el problema les afecte a uno de sus hijos, por favor que eso no llegue. Por que ese día quizás si les afecta a ellos actuaran, pero será otra victima, otra historia infernal y en este caso lo de no hay mal por bien que venga no es conveniente. Ojala, bien lo sabe Dios, que no eso no llegue. No le deseo eso ni al peor de las cucarachas humanas que pululan vertiendo todo su veneno.

sábado, 9 de octubre de 2010

Podemos fingir que los aviones en el cielo nocturno son estrellas fugaces. Podría pedir un deseo ahora mismo. Ahora mismo, ahora mismo. Traducción del estribillo de la canción Airplanes. Espero que disfruteis :) http://www.youtube.com/watch?v=jWMrwYB4GYM

viernes, 8 de octubre de 2010

Payasadas

En mis años de aguantar burlas y eso que llamamos bromas pesadas atesore un buen número de las dos. Como comprenderéis las risas procedían del gracioso de turno y de la camarilla fiel y leal que traía consigo para que le riesen la gracieta última contra el pobre tonto de turno. En una de esas ocasiones fui victima de una de las más viejas bromas pesadas que existen en este cosmos. No recuerdo muy bien en que mes ni en que estación ocurrió aquel día, pero si recuerdo que venia del recreo. En la clase ya había dos muchachos, estos estaban en clase castigados si salir al recreo. El profesor encargado de estos muchachos hacía ya unos minutos que se había marchado. No sospeche que las miradas que me dedicaban de soslayo indicasen que estaban o habían planeado contra mí. A esas alturas ya, no era muy raro que provocase mi presencia miradas como aquellas o ciertas risas de desprecio. Me senté en la silla. En ese momento los dos chavales salieron del aula, para regresar al rato, acompañados de otro muchacho.                                                                                                              -Oye, alguien quiere hablar contigo, afuera.- Me comunico uno de los muchachos. Pero que queréis que os diga, no le hice ni caso, temiendo que fuera algún tipo de emboscada. Ni me moví de la silla. Intentaron más tarde que me moviese con el supuesto de que tenía algo en la silla. Pero era y sigo siendo una persona muy testaruda y ni por esas me moví. Más me hubiese valido moverme, quizás la humillación hubiese sido menor y ante menos ojos. En fin, la clase empezó, sin que me levantase de la clase. Pero cuando se me callo un boli al suelo fui a recogerlo y al hacerlo metiendo más impulso en agarrar el boli de lo normal sentí que algo se desgarraba. El pantalón del chándal. Había sido victima de la broma más vieja la silla untada de pegamento. Las risas fueron estruendosas cuando me levante y la clase vio como en el trasero del chándal un hueco dejaba al descubierto mis calzoncillos. Mi consternación fue pequeña si consideramos las risotadas de mis compañeros de clase. Una vez más humillado, con una payasada, una vez más, una payasada para el baúl de los recuerdos. Lo que peor me sintió aparte del destrozo del pantalón, fue las risotadas el puñetazo que eso supuso para mi animo, una vez más.

Profesores I


Durante mis años de instituto conocí tanto a muchos chavales de mi misma edad o de otras como a muchos profesores. Estos últimos quizás merezcan una entrada, una entrada que hoy se la dedico a ellos.                                                                                                                       Conocí durante mis años de instituto a unos cuantos profesores que fueron tutores míos. No a todos les recuerdo de la misma manera ni intensidad. Algunos como es lógico los recuerdo o los estimo más que a otros. Esto se debe al grado de involucrarse que tuvieron algunos más que otros. Y es que todos eran profesores, pero algunos no solo se limitaban a asistir a clase y cobrar su sueldo mensual, sino que realmente intentaban no solo que aprendiese la persona que realmente quisiera sino también sacar todo lo que nos podía ofrecer como individuos. Recuerdo especialmente a un profesor de mandíbula imponente y semblante adusto que solo con mirarte hacía temblar al más chulesco de los rebeldes del instituto. La asignatura que impartía era Historia. Tuve la suerte, yo diría la gran suerte de ser alumno suyo durante dos años. A pesar de la imponente fachada de aquel profesor y de una mirada que parecía penetrarte en lo más dentro de uno, haciéndote pensar si podía leerte el pensamiento, era una persona de esas que aman su trabajo y trataba a todos por igual. Todo el que haya ido a mi instituto recordara el ya citado semblante serio, pero a pesar de aquel semblante cuando reía era toda una cascada de carcajadas y cuando sonreía recuerdo que toda su cara estaba surcada de una sonrisa franca y sincera. Aparte de dar la asignatura de Historia, era el jefe de Estudios de los cursos comprendidos entre primero, segundo y tercero, sino recuerdo mal. Este cargo le venia ni que pintado, ya que imponía y creo que para ese cargo uno debe de emanar autoridad a los alumnos y dedicación a ese puesto. Era un autentico espectáculo ver como en ocasiones los pasillos estaban atestados de alumnos ociosos le costaba un mundo hacer meterse a estos en sus aulas, mientras que con aquel profesor solo su presencia, sin una orden explicita hacía que todo el mundo empezase a meterse en sus clases y cerrasen las puertas temiendo que aquella estatua móvil se metiese en clase condenando alguno de ellos a un parte. Además, es curioso creo que fue el profesor que menos faltas tubo de asistencia de alumnos a lo largo de los años que a estado en un instituto. Tenía además una capacidad extraordinaria para captar la atención de los alumnos. Nos motivaba con cosas parecidas a anécdotas personales incorporándolas a lo que estábamos dando. Además en gran medida fue el culpable de que me aficionase al mundo de la tinta y la celulosa y me convirtiese en un ávido lector. Nos solía mandar pilas enteras de ejercicios y búsquedas en enciclopedias, lo que hacía que la asignatura de historia fuera más de letras que la de Lengua (que chiste más malo, pero creo que es un buen ejemplo). Aparte de los exámenes, trabajos y ejercicios mandados para que contase en la nota solía contar como nota importante la lectura de un libro al menos por trimestre. Nos solía recomendar tres opciones cada trimestre y cada uno debía de elegir la opción que más le conviniese. No nos obligaba a leernos todos los libros, solo uno por trimestre pero yo coji la costumbre de leerme al menos dos por trimestre. Consiguió supongo además el sueño de todo profesor de Lengua y literatura: que los alumnos se aficionasen a leer. Era extraño que alguna muchacha, de estas que se saltan las reglas de la moda y que parecen tener la etiqueta rebelde en la frente le pidiesen a aquel profesor que le recomendasen libros, aunque no contasen para la nota. Además era un espectáculo cuando contaba alguna de las batallas que aparecía en el libro, arrancaban "que guay", "joder, tío" por parte de los asistentes a sus clases. Conmigo se comporto como pocos profesores me han tratado en el aspecto personal al margen de las clases la cuenta figuran el y un profesor de ingles que fue mi tutor), supongo que cosa rara en un mundo tan impersonal como es el estudiantil. Recuerdo haber tenido largas conversaciones con el al terminar las clases y solía permitirme seguir haciendo un examen cuando la campana ya había tocado.  Era yo creo uno de los profesores de esos que merecerían un premio por su dedicación, aunque solía decir: "Sí aprenden ustedes algo durante las horas que estemos juntos me conformo. Y si aprenden algo relacionado con la asignatura que imparto, será suficiente recompensa". Así con estos ejemplos y otros que podría poner se convirtió en un personaje digno de respeto y por añadidura si me lo permitís digno de alabanza por su dedicación y por la gran calidad de personal y humana que desprendía todas sus acciones hacía los demás. En un mundo en el que la figura del maestro y del profesor se ha hundido considerablemente y han perdido la fuerza educadora y moral de antaño y han hecho que todo aquel individuo que hoy en día ostente ese puesto sea maltratado por una sociedad cambiante e inconstante. Gracias, muchas gracias por haber tenido la gran suerte de haber conocido a aquel profesor en aquellos oscuros años que para mi fueron las clases en el instituto. Quizás, y es que suele pasar cuando admiras a alguien, esta entrada no le haga toda la justicia que merezca a su carácter y hacía su persona, pero creo que debía esta entrada. Así termino esta entrada que tendrá seguramente una continuación en la que seguiré tratando la figura del profesor con algún ejemplo de alguno de los profesores que conocí en el instituto. Hasta la próxima entrada.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Las ilusiones y los sueños de un adolescente

No puedo pegar ojo esta noche, ni contar ovejas me ayuda a pegar ojo. Esta entrada nace de un momento de insomnio. Me e levantado de la cama incapaz de pegar ojo, presto he cogido el boli y un cuaderno y me he puesto a escribir para así distraerme (supongo que esto lo publicare en el blog). Pero a pesar de escribir para distraerme, mi cabeza se va por los derroteros de las ilusiones y los sueños. Recuerdo las ilusiones y los sueños que albergaba cuando entre por primera vez en el instituto. También tenía temores, como es lógico en todo aquel muchacho que entra en un lugar nuevo y extraño. Estos temores, miedos y otros se transformaron en algo tangible y escalofriante que me atormento largamente. Pero centrémonos en los sueños e ilusiones de un muchacho de unos 12 años. Sueños e ilusiones. Tenía la ilusión de convertirme en profesor, esa era la aspiración última que tenía como meta para cuando terminase la secundaria y el bachillerato. Aun faltaban mucho tiempo para aquello me repetía a mí, pero esa sería mi meta, mi sueño principal. Pero aquel sueño con los vaivenes del tiempo y el acoso escolar se fue marchitando y transformándose en simple polvo. Por que en ocasiones nuestras ilusiones se transforma en simple polvo y una ráfaga de viento se lo lleva con una facilidad asombrosa. Así aquel sueño primario que en raras veces solía confesar fue eclipsado y enterrado por el acoso escolar y mi propia miseria personal. El sueño de convertirme en profesor venia por mi afición a la historia y a contar historias. Esta afición por la historia sigue vigente en la actualidad y constituye un pilar importante en mis horas de ocio. En aquel tiempo también y cuanto más sabía de los distintos acontecimientos históricos y de sus protagonistas mi avidez crecía tanto como un paquidermo africano. Así animado por aquella afición y por las sugerencias de algunas personas al ver mi interés por la historia me llevo a soñar con ser profesor. Debo de confesar que soñaba profundamente con aquello. Pero al final no pudo ser ya que el fracaso me arrastro y con migo también se hundió aquel sueño que tenia.                                                       Otro sueño que tenía en la vida, al menos cuando entre en el instituto era el de transformarme en alguien mejor. No solo en cuanto a conocimientos, sino en calidad humana. Era una meta tan ambiciosa para mí como la de llegar a ser en un futuro ser profesor. Creía que el convertirme poco a poco en adulto llevaba consigo el transformarse en alguien mejor y que los defectos propios de la inmadurez se borrarían. Esta vida me ha enseñado que estaba más que equivocado. Cada individuo debe de mejorar por su cuenta, sin esperar milagros y siempre tomando lo mejor de aquellos que le rodean. Para ser mejores personas no valen los títulos académicos ni los grandes apellidos ni las desorbitadas nominas. E aprendido aquello que alguien dijo "Cava en tu interior. Dentro se halla la fuente del bien, y es una fuente capaz de brotar continuamente, si no dejas de excavar" Y es que uno debe de buscar siempre ser mejor para con los demás y para con uno mismo. Esta meta la de ser mejor persona la he ido arañando centímetro a centímetro, aunque supongo que me queda aun eones para conseguirla. Durante mi periodo en el infierno del acoso escolar no puedo ocultar que me preguntaba a mi mismo de que me valía ser mejor persona y mejorar, si había individuos al rededor mío que parecían no perseguir aquella meta que perseguía yo y que veía justa y propia de todo ser humano, como el respirar. Aquella pregunta me venía a menudo después de un especialmente humillante y doloroso día de instituto, de infierno. El infierno en la tierra. Aún así a pesar de aquellos momentos de duda y preguntas nunca pensé en abandonar definitivamente mi búsqueda de ser alguien mejor. Y es que creo que cuando uno intenta ser mejor persona lo único que está haciendo es intentar ser feliz con uno mismo. Y esa felicidad aun hoy en día la sigo buscando. Porque la búsqueda de la felicidad, al menos a mi entender no se termina nunca y no se debe de detener aunque acontezca una de esas derrotas tan amargas que en ocasiones nos sorprende de muchas formas.                                                  Las ilusiones era otro punto que me acompañaban cuando entre aquella primera mañana de instituto (a la vez parece tan cercana y tan remota). Tenía la ilusión de aprender, la ilusión por los demás. La confianza hacía los demás era si bien no muy fuerte al menos era fuerte cuando veía que mi confianza tenía una respuesta positiva de los demás. Pero como ya comente en otra entrada la confianza se transformo en desconfianza ante todo lo que viniese de los demás. Se me fue pudriendo las entrañas poco a poco.                                  Y aquellos anhelos, aquellos mares de ilusiones, aquella marabunta de buenas intenciones fueron sustituidos por algo hueco y lleno de miserias. Los sueños, sueños son. Aquella frase se transformo en una de mis preferidas, pues veía que todo lo que había aspirado era puramente ilusiones tan poco consistentes como los archiconocidos espejismos que provocan los desiertos en nuestras mentes.                                                                                                       Hoy en día, ahora mismo si bien pienso que las ilusiones y los sueños de antaño son difíciles de cumplir  hoy en día y que ya están desfasados (tal vez no lo son tanto pero seme antoja que a sí son) y soy algo escéptico, otras ilusiones reinan en mi cabeza, esa cabeza que me da tanto la lata, hasta tal punto de escribir en plena noche. Supongo que antes de publicar la entrada cuando la este reescribiendo en el ordenador tendré que hacer una criba y algunas modificaciones, pero supongo que esta entrada es tan válida como cualquiera de las que he publicado hasta ahora. Permitidme el atrevimiento ultimo de daros un consejo: recordad que sea el sueño o la ilusión que uno tenga debe de pelear por ella, aunque al final no se cumpla pero al menos pelear por vuestros sueños con todas las fuerzas y si al final no se cumplen, al menos no tengáis la sensación de que no habéis hecho todo lo que estaba a vuestro alcance para que se cumpliesen. Felices sueños :)
 Posdata: Disculpad por que la mitad del texto sea de un color y la otra de otro, pero no se qué narices a pasado :(.

martes, 5 de octubre de 2010

La misma historia, otro rol

La vida puede ser un espejo de ilusiones. Es un pensamiento o una idea que siempre e tenido en mi mente. Muchas veces lo que creemos real, lo que creemos eterno o lo que creemos que es bueno se transforma en un abrir y cerrar de ojos en un espejismo que se ha desvanecido, viendo entonces la cruda realidad. Una cruda realidad que siempre ha estado ahí, salvo que nosotros no la hemos visto hasta entonces. En el tema que me atañe con esto del blog, el acoso escolar, es una realidad que si bien esta ahí, no siempre se ve. Se ve, al menos en lo que respecta a mi caso, cuando o bien te afecta a ti de lleno. Puedes ser la victima del acoso escolar o un familiar. En mi caso fui la victima de los improperios y las palizas, pero una vez abandonado el instituto la situación pareció por un momento volver hacía mí como un boomerang ciñéndose con alguien de mi entorno familiar: mi hermana. Esto se remonta cuando hacía apenas un año que había abandonado el instituto. Estaba por aquel tiempo trabajando y solía llegar a las tres para comer, la misma hora en la que mi hermana regresaba del instituto. Estaba aun bastante reciente mi paso por aquel infierno que se convirtió el instituto y las heridas aun no había cicatrizado del todo (yo diría que habían cicatrizado en un 10 %), aun así la vida se me plantaba por delante y las únicas preocupaciones eran la de asistir todos los días a mi puesto de trabajo. Pero la situación en la familia no era del todo tan buena. Aquel año un grupo compuesto por chicos y chicas del pueblo que solían ir al instituto de mi hermana, traían por el camino de la amargura a mi hermana cuando tenían que volver al pueblo en el coche de línea (ya que al no pertenecer al centro de referencia no tenían derecho a bus escolar y se tenían que conformar con el coche de línea que pasaba todos los días). Durante aquel trayecto que apenas dura unos 30 minutos se solían poner el grupo acosador en los asientos vacíos que rodeaban a mi hermana. Y entonces empezaba los tirones de pelo o los insultos (en ocasiones en forma de berridos tan parecidos como la berrea de los ciervos como me confeso más tarde mi hermana). Salían del autobús y algunos de los muchachos o muchachas seguían a mi hermana hasta la calle donde vivimos co la escusa de que tenían que pasar por ahí, y ya de paso para seguir con la juerga padre (si es que se puede nombrar juerga al hecho de que un grupo de adolescentes se ceben contra una muchacha). Esta situación se fue agravando en un periodo de tiempo considerablemente corto y se extendió de tal forma que dos muchachos que iban al instituto donde iba mi hermana y que cojían el mismo autobús, pero que no pertenecían al mismo pueblo que mi hermana se unieron al maltrato. No se por que siempre me he  imaginado esa situación como la que se podrían producir entre un ciervo acorralado por una jauría de perros  rabiosos y babeantes que se ciernen sobre la indefensa presa (solo con imaginármelo no puedo evitar apretar los dientes y sentir algo raro en el estomago). Pero todo en esta vida tiene un rebose, una situación en la que uno explota. Y mi hermana exploto o mejor dicho la explotaron. Un día llego mi hermana llorando (como nunca la había visto hasta aquel momento, un lloro histérico), con la cara colorada y totalmente congestionada. Recuerdo que por la mañana se había puesto un chándal por que aquel día tenia clase de gimnasia, pues bien el chándal estaba desgarrado. Al verla la pregunte que había pasado, ella no podía responderme, salvo con un mar de gritos histéricos. Me llevo un tiempo hasta que por fin la saque la verdad, la miserable y cruda verdad. Durante el trayecto en el autobús la habían agarrado del pelo y la habían roto en chándal. Después cuando el autobús llego a la gasolinera del pueblo siguieron agrediéndola, aunque esta vez verbalmente, me imagino que para hundirla aun más si cabe. Y ahora estaba en casa. Como os podéis imaginar me plantee que hacer. Ni mi padre ni mi madre estaban en casa en aquel momento. Pero aquello tenía que empezar a solucionarse. Así que que fui directamente a la casa del muchacho que había agarrado por los pelos a mi hermana. Cuando llegue a la casa, el muchacho aun no había llegado. Hable o al menos intente hablar con la madre del muchacho. Y cual fue mi sorpresa cuando la expuse lo sucedido, me contesto que que iba a hacer ella. Que ella no era su hijo y que el era ya dueño de sus actos y ella no era responsable de lo que hiciese el. ¿Como que no era responsabilidad de ella el hacerse cargo de los problemas que creaba su hijo menor de edad? No podía salir de mi sorpresa. Aquella mujer que tenía delante mía no se hacía cargo para nada de su hijo. La respondí que entonces que pintaba su hijo viviendo en su casa. La callada por respuesta. Además ni se digno a abrirme la puerta, sino que estuvo todo el rato hablándome desde el balcón. Airado la respondí que aunque ella no se hiciese cargo de aquella situación ni iba a hablar con su hijo para atajar el problema, tendría que solucionarlo poniéndolo todo en manos de la justicia. Ni se inmuto. Me marche de aquel lugar y tome la decisión que más justa veía para atajar todo aquello. Me encontré con el muchacho y le dije a las claras que ni se pensase que se iba a librar, aparte que le recrimine su actitud, esto siempre que la frialdad que me emanaba del desprecio hacía el muchacho. Sí, desprecio. La gente que me maltrato esta perdonada, pues no hay mayor defecto en el ser humano que odiar y llenarse de rencor ya que lo único que hace esto es llenarte de miseria (esto ultimo ya lo he comentado en otra entrada, no publicada hace mucho); pero cuando ves a alguien crecer y convertirse en un desecho humano lo único que te puede inspirar es puro y sincero desprecio (el tiempo por desgracia me ha dado la razón). Una vez que había hablado con el principal causante de la mierda que había enfangado a mi hermana me dirigí de vuelta a casa. Había por supuesto otros causantes no menos culpables de lo que había pasado a mi hermana, pero aquello lo soluciono mi madre, de una manera que no distaba mucho de mi actuacion delante de la madre del muchacho. Mi madre hablo con algunos de los padres de los menores que habían intervenido en aquel suceso, denuncio ante el instituto lo acontecido y a uno de los muchachos que habían intervenido, pero que no era de nuestro pueblo ni de donde esta el instituto llamaron a su madre. Es curioso. La madre que yo me encontré era una persona que parecía desentenderse por completo de su hijo (aunque no actúo del mismo modo cuando se entero de la denuncia que le habíamos puesto, su actitud fue aunque parezca que no debería de decirlo, aunque es la verdad, su actitud fue de pedir clemencia y mil y un perdones si retirásemos la denuncia), pero la madre del muchacho que llamaron le afecto tanto el asunto que pidió nuestro numero de teléfono, no se lo dieron como es lógico, pero la mujer pregunto por los apellidos de mi hermana y así con los apellidos encontró en la lista telefónica nuestro numero. La mujer llamaba no para decir que su hijo era incapaz de hacer tal acto, como suele pasar por desgracia hoy en día y en aquel tiempo (que no hace tanto); sino para preocuparse por el asunto y saber hasta que medida había intervenido su hijo en lo que le había pasado a mi hermana. La mujer pregunto si iba a denunciar mi madre el caso ante la Guardia Civil, mi madre la comento que ya había puesto la denuncia y que su hijo estaba metido en esa denuncia. La mujer lejos de lamentarse alabo a mi madre y comento: "SI MI HIJO NO HICIESE COSAS ASÍ NO NOS TENDRÍAN QUE DENUNCIAR". La mujer le dijo a mi madre que había actuado con este asunto de la misma forma que ella lo hubiese hecho y que castigaría a su hijo y que el muchacho se disculparía ante mi hermana.                                                                                                                                                          Los meses pasaron y salio el juicio por el cual el principal cabecilla de la agresión quedo condenado a unas horas de servicio comunitario, a los demás menores se les salvaban por completo de ningún tipo de condena. Pero aparte de juicios, lo que gano mi hermano fue la tranquilidad y el final de aquel conato de acoso escolar. Aquella historia si que tubo un final feliz y para respiro mío mi hermana no tubo que vivir en un infierno constante como el que viví yo en mi instituto.

viernes, 1 de octubre de 2010

Un poco de música, maestro :) http://www.youtube.com/watch?v=-ZJDNSp1QJA&feature=related

Otoño: Nuevo curso escolar


Hace ya unos cuantos eones cuando solía terminarse el verano y llegaba el otoño con sus característicos árboles descoloridos y poco a poco se desnudaban sus ramas, también me indicaba que empezaba otro año de instituto, otro año de infierno y sin sabores varios. Aquellos primeros días solían primar esa sensación de frió por las mañanas y de medias mañanas de soles cálidos. En mi caso, en el caso de mi vuelta al instituto solía caracterizarse por una nueva clase, aun más destartalada que la del año anterior, las caras conocidas de mis compañeros, aunque siempre había un par de nuevos rostros y los desfiles de distintos profesores que ese año nos darían clase. Cada año la misma historia. Solía haber un periodo de tranquilidad (que solía ser los primeros 15 días más o menos), pero después de aquel periodo de tranquilidad, la cosa empezaba por donde se había terminado el año pasado, por las fechas de Junio: el querido y bien intencionado acoso escolar que tanto le agradaba a mi espíritu y a mi cuerpo. Por eso no me solía agradar mucho que terminase el verano y empezase el otoño (aunque paradójicamente el otoño siempre a sido mi estación preferida del año), ya que suponía el principio de un nuevo año de oscuridad. A pesar de esto, de mi desagrado nunca me negué a acudir a un nuevo curso. Recuerdo especialmente un año de principio de curso que se llevo la medalla negra en tan solo apenas un mes y medio escaso. Aquel año me toco con una gran cantidad de repetidores, lo que no ayuda para nada al resto de la clase; ya que estas personas en muy raros casos se suelen tomar el repetir curso como una nueva oportunidad, miento si se toman ese año como una oportunidad: la oportunidad perfecta para arruinar el buen funcionamiento de una clase. Pues bien aquel año los repetidores eran ya subiditos de años y kilos de mala baba y arruinaban todo intento de aprendizaje. También por añadidura solían aprovechar las ausencias de los profesores (que aquel año se llevo la pera, tal vez por que nuestra aula quedaba al final de un pasillo muy, muy pero muy largo) para acribillar me a tizazos (lo que llamo en el blog las llamadas Guerras Ticeras). Imaginaros el divertido espectáculo y la bucólica estampa: un individuo sentado en su silla y con las manos en su mesa (yo) totalmente alejado de otras sillas de compañeros y siendo acribillado a tizas por una horda vociferante (el que quiera repasar el vocabulario que me solían regalar los oídos cada día en el instituto puede ver la entrada Agresiones verbales para que se pueda hacer una idea). Un día tras otro. Después me toco en gracia ser delegado de aquella clase. Fue el desastre total, robos de los partes, otra clase de robos no tan inocentes, etc. Y para colmo una paliza que me hizo morder las frías baldosas del suelo del instituto (este suceso esta relatado en las entradas La Oscuridad 1 y Oscuridad 2). Aquel principio de curso escolar sin duda alguna fue el peor de toda mi vida estudiantil y eso que tuve tiempo en aquellos años a ver unos cuantos principios de cursos.