En ocasiones uno llega a un punto de su vida en el que debes de decidirte si uno sigue caminando o te detienes en ese punto del camino. Si decides caminar, tal vez no sabes cual largo será, pero lo que estas seguro es que el camino algún día terminara y que tendrás el orgullo de por lo menos haberlo caminado. La otra posibilidad es la detenerte, quedarte en el sitio. Es una posibilidad que al escogerla uno piensa que no arriesga nada, que no gana pero tampoco pierde. El seguir el camino puede que te llene de barro, de mierda, de sin sabores, pero también acompañado junto con el dulce sabor que te inundara las entrañas por haber finalizado el camino, sentirás que estas vivo. En cambio si te quedas en el sitio ¿que sucede? nada, nada y nada. Salvo que tal vez un día llegue una piedra desde el cielo y te machaque y te triture. No te has movido, no has corrido riesgos (ni necesarios ni innecesarios), pero no has evitado que algo te dañe algo.
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