martes, 30 de marzo de 2010

Diario

Como todos sabéis todas y cada una de las experiencias relatadas en este blog pertenece a mi persona. Desde luego no os descubro las Américas (aunque siempre hay algún despistado suelto por ahí que siempre esta rondando), pero seguramente lo que no sabréis por que todavía no os lo he revelado es que si bien todo los acontecimientos que os relato no solo salen de hacer un esfuerzo mental y recordar todo aquello. Se podía decir que a la hora de contaros mis pormenores recuro a una pequeña ayudita: un diario. Si, como leéis, un diario que escribí en aquellos años de infierno y calvario que viví. Algunos dirán que si eso ya no se estila, que si que curseria, que solo tienen diario las niñas mimas y cursis cuando se aburren o cualquier ocurrencias varias que se os ocurra. No sé si era un anticuado, ya que ese diario como he mencionado antes lo escribí durante mis años de instituto, pero siempre viene dejar constancia en algún sitio sobre lo que te acaece en un momento determinado. El diario es una especie de libro con anotaciones y comentarios que dejaba muy de vez en cuando, algunas veces mencionaba tal hecho cuando había pasado unas horas o bien unos meses. Asique que se podría decir que ese legajo de papeles es una prolongación de mi memoria y no solo eso, sino que también de los distintos pensamientos y sentimientos que pugnaban dentro de mí (que cursi a quedado esto, ¿no os parece?). Cuando decidí hacer este blog decidí recurrir a aquel diario, el cual estaba en un cajón abandonado desde que salí del instituto, es ahí cuando decidí no volver a escribir nada en aquellas hojas y así lo cumplí y nunca más saque aquel libro del cajón, hasta que se me ocurrió lo del blog. Fue y es curioso comprobar y ser testigo de hechos que deje reflejado en aquellas hojas, algunas veces son solo pequeñas referencias otras en cambio son auténticos escritos detallados que me sorprenden de la cantidad de detalles, detalles que a mí ya se me habían olvidado. Se puede ver en las primeras hojas una letra grande y con un montonazo de faltas de ortografía escrita a lapicero. Eso fue cuando entre en el instituto. Es increíble la sinceridad e ingenuidad con la que volqué mis primeras impresiones sobre el instituto y como muestra un botón [... Me he sentido muy bien en mi primer día de instituto], esto que acabáis de leer es un extracto del diario, fue escrito el primer día de instituto cuando llegue a aquel lugar. No podía yo pensar que tiempo después aquellas palabras escritas por mi se convertirían en algo irónico y hasta se podía decir que un chiste de muy mal gusto. Pero la verdad era esa, no podía imaginar aquel día, aquel primer día de instituto que todo aquello se convertía en una pesadilla para mí. A partir de mi primer día de instituto el diario recoge varias menciones positivas sobre algunos compañeros, ninguna negativa de nadie. Se pueden encontrar palabras como a gusto, feliz, contento y cosas parecidas en referencia a mi primer día de instituto. Pero a medida que va avanzando las fechas en el transcurso de aquel curso se pueden ver que surgen los primeros problemas [Hay algunos (compañeros) que se meten bastante conmigo, sin que yo les provoque ni les insulte, pero seguro que se les pasara esa actitud ya que no les hago ni caso] [Hace unos día a ....., ......, ....... y ....... (No me voy a referir aquí sus nombres, aunque en el diario si aparecen) se metieron conmigo e incluso me dieron una paliza, pero les pusieron un parte a todos y parece que algunos ya no se meten conmigo] Uno puede detectar en estas dos anotaciones que mi precepción sobre los abusos era transitoria y pasajera e incluso en otras referencias que escribí le quitaba bastante importancia al asunto, aunque no comprendía la actitud de aquellos que me acosaban. Pero mi ingenuidad no solo se plasma en la manera que relataba situaciones, sino en algunas opiniones y comentarios como estos [Me alegra cuando llegan los lunes (como veis no estaba muy allá que digamos ¿quién estando en su sano juicio se alegra que lleguen los lunes?) porque veo a mis compañeros y a mis amigos de clase.......] Esa ingenuidad y esas letras a lápiz siguen durante varias hojas, hasta que llega el segundo año y la letra grande escrita a lápiz da paso a una letra mucho más pequeña y escrita esta vez con boli. Sigue habiendo ingenuidad en algunas apreciaciones sobre algunos hechos que aarecen mencionados, pero esa ingenuidad se va borrando según van pasando los meses de aquel año. [Este año no está siendo como el año pasado, me siento extraño y marginado en clase y apenas me relaciono con la gente de clase.] Cada vez estoy más solo, antes me iba con los amigos que hice en primero, pero empezaron a cambiar su actitud hacia mí, muchas veces se burlan de mi y hacen bromas y chistes sobre mi todo el rato. Y como colofón en los recreos intentan darme esquinazo para que no me balla con ellos. Si no quieren que me fuera con ellos ¿por qué no me lo han dicho a la cara?, pero todo eso ha cambiado y para tener a gente así como supuestos amigos mejor estar solo] Los acontecimientos a lo largo del tiempo hicieron que restos de amargura se pudiesen ver en cada comentario o acontecimiento que relataba en el diario. Pasó el tiempo y como habéis visto en las diferentes entradas que he ido publicando, el problema nunca se esfumo y como consiguiente el diario los siguió reflejando a lo largo de los cursos que iba pasando. Ya la letra grande y a lápiz nunca aparecería y tampoco los comentarios positivos relacionados sobre el instituto, estos brillaban por su ausencia. En su lugar fue sustituido por una letra más pequeña retorcida y escrita a boli negro, tan negro como los hechos que plasmaba en el diario, tales como por ejemplo: [Como siempre el instituto ha empezado rematadamente mal, aunque eso ya no es noticia y tampoco que eso es un autentico infierno, no me quiero imaginar como terminara este año. (......) Que he hecho yo para merecerme esto? ¡¡¡¿Que le hecho yo, acaso les molesta que exista que allá nacido?!!! No hay una respuesta lógica a mis preguntas, solo queda una: les encanta humillarme, se divierten al ver mi cara de no saber qué hacer, responderles o golpearles a todos aunque me arriesgue a que me peguen una paliza tan grande que me lleven al otro mundo, se ríen de mi a todos horas, eso les hace sentirse bien, ¿Qué culpa tengo yo de que ellos tengan problemas? Se creen que me pueden tomar el pelo como a un niño de 7 años (......)] Esto solo son ejemplos, pero el diario está repleto de estas ideas y jalonado de numerosas derrotas personales. Así plasme mi personal y particular descenso a los infiernos. Hasta el último segundo de instituto fui plasmando todo lo que me acaecía en aquel libro hasta que salí de aquel lugar, nunca pensé que volvería a abrirlo y que mis ojos paseasen por aquellas letras cargadas de dolor y frustración. Pero tampoco pensé en hacer un blog contando mis vivencias y sin embargo lo hecho, uno nunca sabe los caminos de la vida.



martes, 23 de marzo de 2010

Furia desatada

No, no soy el mejor de los hombres. No lo he sido en el pasado y tampoco lo soy en la actualidad. E cometido errores y porque no decirlo e sido causante de pequeñas picias o grandes (según como se vean y en que ángulo te coloques). El dicho ese tan famoso que se suele decir del que esté libre de pecado que tire la primera piedra, me afectaría a mí. Tiendo a considerarme alguien frio en algunos aspectos, pero muchas veces cuando por alguna razón o por causa de alguien estoy mal, suelo explotar todo lo que me he callado mejor que no esté nadie a mi alrededor, ya que suelo cometer tonterías y decir chorradas, chorradas que en algunos casos pueden herir al destinatario de mi temporal injusticia. Siempre me he arrepentido incluso aunque alguien se lo pudiese merecer. Nunca es bueno las respuestas o las venganzas desmedidas (un claro ejemplo por lo menos literario es el de Hamlet). Una de las respuestas más desmedidas que perpetre en mis años de instituto fue a causa de un lanzamiento de una piedra que una vez (no era la primera vez) me impacto en el pie derecho. El causante era un muchacho, algo más pequeño en edad que yo que estaba rodeado de chavales y muchachas, los cuales se descojonaron al ver mi cara de consternación a causa del impacto de la piedra. Me retire de allí con mi orgullo herido, pero no solo me retiraba con el orgullo herido. También me retiraba colérico y enrabietado, pero aun me podía controlar. Aquel día estaba siendo de los peores. Recuerdo que por la mañana, nada más empezar la clase tuvimos un examen, durante el examen se le cayó una chuleta a uno de mis compañeros de clase que estaba cerca de mi mesa, el profesor vio el papelito con la chuleta y cogió mi examen sin mediar palabra alguna y me dedico la frase esa de: -estas suspendido por hacer chuletas. A pesar de mis protestas el profesor no me creyó, creo que me dijo que él no se chupaba el dedo. Para colmo los nubarrones de aquel día no se iban a detener con lo acaecido durante el examen. Cuando llegue a la cafetería para comprarme el bocata, claro, como no podía ser de otra forma me quede sin bocadillo ya que se me coló un grupo de muchachos y compraron los últimos bocatas que quedaban. Y ahora me pasaba lo de la piedra. Quedaban unos minutos para terminar el recreo y me dirigí a una de las puertas del instituto, allí al amparo de un pasillo me quite la zapatilla y vi como en la punta del calcetín estaba lleno de sangre, intente quitarme el calcetín para comprobar el daño que había causado la dichosa maldita piedra de las narices, pero al hacerlo me rozaba el calcetín con la herida y esto me hacía daño. Estaba yo en estas tesituras cuando apareció por la entrada el grupo de muchachos y muchachas que se habían reído de mí y a la cabeza como cual pavo haciendo gala de si habitual contoneo se encontraba el muchacho que me había lanzado la piedra. Pasaron por delante de mí, mis ojos estaban cargados de veneno, un veneno que aun estaba contenido en la botella gracias a un flojo tapón de corcho. El tapón exploto dejando libre el veneno cuando el muchacho paso a mi lado sonriendo. Aquello fue el colmo. Me abalance a por él y le sacudí un puñetazo, un puñetazo certero, fuerte, de esos que solo el odio pueden conferir. El muchacho cayó al suelo y mis pies empezaron a darle patadas, sediento de venganza. Una venganza que se vertía en ese muchacho, pero que no solo se había desatado a causa de la piedra, sino de mucho tiempo de ser violentado por otros y de ser humillado una y otra vez. Era la gota que había colmado el vaso. Ahora me tocaba a mí. Los golpes que daba al muchacho me provocaron un estado de descontrol, la gente que acompañaban al muchacho empezaron a gritar que parase (yo no les oía, estaba enfrascado en verter todo el odio hacía mi victima). Como veían que no paraba los muchachos se arrojaron para detenerme. Mi reacción no fue mucho mejor hacía ellos que a su amigo tirado. Es increíble la fuerza que me dio aquel estado, tan cercano al de la locura y a los sentimientos desatados. Me enfrasque en una pelea con los amigos del muchacho y al igual que descargue mi furia descontrolada hacia el anterior lo mismo hice con aquellos. Aquello no fue una pelea, no pensaba al dar golpes, solo daba rienda al rencor y a la rabia que me habían atenazado desde hacía mucho tiempo. Parecía que aquello me iba la vida. A pesar de que ellos eran dos y yo uno la pelea les deparo un resultado bastante negativo en forma de moratones y alguna camiseta destrozada. Solo se detuvo la pelea cuando apareció un profesor que puso fin a aquella espiral de violencia desatada. Violencia que había desatado yo. Después de tanto tiempo de haber sido el que había recibido agresiones, era yo ahora el que me había tomado la justicia por mi mano. Pero no nos engañemos, aquello no fue justicia, fue un error cometido por alguien que durante mucho tiempo, demasiado había sufrido en silencio algo insoportable (y que todavía tendría que soportar aquella situación durante mucho más tiempo). Por un rato me había convertido en aquellos que me habían agredido, presas de problemas que afrontaban agrediendo y humillando a otros. Lo peor que a uno le pueda suceder es convertirse en aquello que tanto odia, que causa tato dolor y daño. Esta regla sirve no solo para el acoso escolar sino para todos los ámbitos de nuestra vida. Tal vez en mi caso fue solo un lapsus de tiempo, algo circunstancial y que solo paso una vez, pero no es escusa para volverse en lo que uno más teme aunque sea solo una vez. Como veis no solo he sido víctima de injusticias y de los males ajenos, espero que esto os haya servido para conocerme mejor (a los que leéis esto y me conocéis) y para el resto para comprender mejor estas memorias y el problema del acoso escolar, de la espiral de violencia que se convierte.



lunes, 15 de marzo de 2010

¿Acaso no destruimos a nuestros enemigos cuando los hacemos amigos nuestros?

miércoles, 10 de marzo de 2010

Una amiga

Es increíble las veces que he intentado escribir esta entrada una y otra vez. Y nunca sale lo que quiero que salga. Siempre tengo que dejarlo y escribir de otras cosas. Cosas desagradables para mi recuerdo hace unos años, ahora no lo clasifico así, siguen siendo cosas desagradables, si, pero parte de mi. Pero es increíble como puedo plasmar las brutalidades a las que fui sometido y no puedo escribir como quiero escribir sobre algo que a mi recuerdo no es tan desagradable. Pero ser más exactos no se trata de algo, sino de alguien. Durante mi estancia en el instituto conocí a un gran número de personas, que hoy en día no soy capaz de ponerles ni nombres ni caras a la mayoría, entre ellas hay profesores y compañeros de clase. De los profesores no tengo ni un recuerdo malo ni bueno sobre ellos. Muchos me dieron clase y apenas les conocía por el nombre, no todos ,claro algunos dejaron huella en mí por diferentes motivos y circunstancias. En cuanto a mis compañeros, no hace falta deciros nada, ya os e ilustrado mis más y mis menos con algunos de ellos, pero no todos en mi recuerdo los asocio con el desprecio, la agresión, los improperios, las burlas o la indiferencia. En mi recuerdo quedo grabado una persona. Una buena amiga o al menos así la considere desde siempre, aunque muchas veces no supe valorar su amistad ni tampoco sus consejos, unos consejos que me brindaban un apoyo para no hundirme en el abismo. Si en muchas ocasiones no me acogí a aquel apoyo, siempre fue por mí, por mi terquedad. Nuestra amistad surgió a raíz de coincidir el primer año de instituto en la misma clase. Era una muchacha que se relacionaba con todo el mundo y siempre tenía un buenos días, reservado para ti cuando entraba por la puerta. Recuerdo también las horas que pasamos en el taller de tecnología, pasábamos gran parte del tiempo hablando, algunos dirán que más bien de cháchara, sea como queráis. Fue un buen año aquel año y uno de los motivos fue que conocía a buena gente, pero siempre destacando ella. Al año siguiente no tuve tanta suerte con la clase que me toco en suerte y por desgracia ese año ni ya ninguno coincidí en clase con ella. Aquel año como es lógico nuestra amistad quedo algo en el olvido, por poner algún apelativo al hecho de que no tuvimos mucho contacto. Aquel segundo año de instituto fue un autentico infierno y se repetiría cada año, aunque en ocasiones habría excepciones y momentos de relativa calma tanto para mi ánimo como para mi cuerpo. Momentos de calma. Pero siempre eche de menos aquel primer año de instituto, a pesar que el acoso escolar se empezó a dibujar en ese año. Pero a pesar que fue ese segundo año un infierno y mi amistad con esa persona estaba distanciada, ella nunca se olvido de nuestra amistad y siempre estuvo allí, algunas veces se pasaba por mi clase para saludarme y algunas veces coincidíamos en los pasillos, ya que ella estaba en otro pasillo al mío. Pero a pesar de su amistad caí en una espiral de dejadez y de amargura, degustando mi propia miseria en un cáliz servido por mí, en el que lo más amargo aun quedaba en el fondo de aquel cáliz. Pero afortunadamente aquel tiempo de amargura queda lejos, a eones. Al salir del instituto nuestra amistad se mantuvo aun un tiempo, pero al estar viviendo los dos en distintos pueblos la cosa fue enfriándose, hasta que perdimos contacto. Pero hoy en día hemos recuperado algo de aquella amistad, gracias a esto de los mundos de las redes sociales de internet, como el Tuenti. No se sinceramente si esta entrada es la más endeble de las publicadas o la más liosa de todas o su titulo muy simplon, pero me da igual daré al botón de publicar entrada y se quedara grabada en el blog. Por qué sería un estúpido si al hacer este blog y contaros mis experiencias en el instituto ignorara a alguien que formo parte de aquel periodo, que no desempeño nunca un rol negativo sobre mí, sino todo lo contrario, fue y es una de las pocas personas que puedo calificarlas con el apelativo de Amiga y ha las que tengo que estar agradecido por brindarme su amistad. Esta nueva entrada va dirigida y dedicada a ella.



Desmontando a Feanor

Feanor en su primer año de instituto:                                                                                                          Persona de unos doce años con bastantes pajarracos en la cabeza, tímido, se considera un estudiante del montón, lleno de ilusiones y con la ilusión de ser algún día profesor. Apenas tiene ninguna cicatriz o marca en su cuerpo. Algo hablador, pero no tanto, aunque cuando se suelta que tiemble Roma, Santiago y todo bicho viviente o agonizante que este en un radio de 7000 Km. No es una persona muy lectora. Estima y moral normal para alguien en su edad que ve que está experimentando cambios tanto en su mente como en su cuerpo. Amistades pocas aunque se lleva bien con casi toda su clase, aunque siempre hay algún abusón. Feanor 2 años después de su entrada en el instituto: Adolescente con pajarracos en la cabeza con cierto olor a que están muertos, la timidez se ha convertido en recelo y en desconfianza. Cierta paranoia cuando alguien lo toca por la espalda (se piensa que es el ombligo del mundo y que le pondrán cosas en la espalda). A dejado de considerarse un estudiante del montón, para transformarse el montón en sí mismo (no especificaremos que montón se considera que es). Sus ilusiones están casi encerradas en un baúl, aunque todavía considera dedicarse laboralmente a ser profesor una vez allá terminado el insti. Moral y estima por los suelos. Amistades nulas (aunque tiene una amiga, pero se ha distanciado de ella). Hablador nada de nada, tiene en su cabeza la idea que cuando abra la boca todo el mundo se reirán de él. Tema abusones: considera que hay tantos como conejos y que se reproducen igual que ellos. Está considerando gravemente que el mundo le ha dado de lado. En cuanto a la lectura, se ha transformado en una vía de escape. Su cuerpo es en ocasiones un mapa de golpes y cardenales.                                                                    Feanor en su penúltimo año de instituto: Adolescente que ya no es tanto. Sus pájaros en su cabeza ya no huelen a muerto, ya que los enterró bien enterrados. El recelo y la desconfianza reinan a sus anchas y el rencor se está adueñando de él cada día. Osco en el trato con otras personas humanas. Sigue con su paranoia, además de desconfiar de los sitios con gente. No solo piensa que el mundo le ha dejado solo, sino que va contra él. La Moral y la estima le suenan a marcas de café italiano. Callado hasta el extremo de decir basta, aunque cuando abre la boca parece que escupe veneno en cantidades industriales. A desarrollado una gran capacidad de escuchar a la gente, esto se debe que su oído esta alerta por si están hablando de él para pegarle una paliza o si viene alguien por detrás. Las pesadillas reinan cada noche en su dormitorio (en otros dormitorios de chavales de la misma edad seguro que no reina las pesadillas sino otra cosa). En cuanto a tema abusones ya no piensa que son como conejos, sino tigres hambrientos de sangre humana, pero que se siguen reproduciéndose como conejos (debe de ser un animal mixto tal vez un tigreonejo). Considera que los sueños y las ilusiones ya no son para él, en cuanto a su futuro laboral le da igual, se dedique a limpiar pozos de mierda o pirómano profesional. Sobre su cuerpo sin comentarios. La lectura ya no es una forma de escape, sino una droga.                                                                                                                             En fin, este es un pequeño análisis sobre la evolución de mi carácter y de mi forma de penar durante mis años de instituto, aderezada claro con algo de mi escaso sentido de humor, que seguro que se parece al británico.

jueves, 4 de marzo de 2010

¿Cúantas veces.......?

-¿Cuántas veces te han dicho tus padres, que no toques sus cosas?


¿Cuántas veces te han castigado por tocar sus cosas?

¿Cuántas veces, has llorado a causa de las golpizas que estos te propinaban?

¿Cuántas veces, has pensado en vengarte?

¿Cuántas veces has dicho: Soy mucho más fuerte que ellos?

¿Cuántas veces has pensado en que defenderás a los indefensos?



Si no tienes una respuesta para la última, piénsalo; pues el almuerzo de ésta tarde, puede ser la última gratis.

Problemas

Existe una fina línea entre pasar de ser una víctima del acoso escolar a convertirse en verdugo. Es una fina línea casi transparente, la cual se rompe con una pequeña acción. Una persona que se ve humillada constantemente por sus compañeros, tiene varias opciones para mitigar ese acoso, algunas pasan por ignorar el acoso y hacer como si no pasara nada (molto dificile), quejarse a los padres y a los profesores (sinceramente esta es una opción deseable, pero que cuesta un mundo) o esta otra opción más drástica: abusar de otro alumno para que a ver si los que se meten contigo te dejen y se ríen de las salvajadas que cometas con el primero que pilles. Sinceramente nunca llegue a abusar de nadie, para que otros me dejaran en paz. Ni nunca me lo plantee, nunca fue un plan B. Sin embargo tuve que ver durante mi estancia en aquel lugar como chavales que eran acosados, optaban por dejar a un lado los escrúpulos y pasarse al bando del matonismo. Este digamos cambio de "bando" (entre muchas comillas), supuso en muchos casos (por no decir en todos) un cambio de amistades. Unas amistades que desde luego uno las denominaría como poco adecuadas y perniciosas. Unas compañías que con problemas en su entorno familiar o social, deciden huir de esos problemas, volcando sus temores y frustración en cualquiera que se les pueda cruzar por las aulas o durante la hora del recreo. Problemas que se tragan por completo y que luego los expulsan hacía otros, que no tienen culpa de los problemas que uno pueda estar viviendo. Pero el razonamiento humano o mejor dicho la locura humana no entiende en muchas ocasiones de las razones de los demás, de los derechos de los demás, solo entiende una cosa el egoísmo personal. Un egoísmo que en ocasiones es exacerbado que intenta cebarse en el que opina erróneamente que pueda ser más débil que el mismo. Una debilidad que en su mente puede ser de tema físico como meterse con alguien con algo de sobrepeso, con algún defecto facial; en otros casos esa debilidad más fuerte que la de uno puede ser la que la otra persona sea extranjera, tenga otra cultura; también puede ser alguien que tenga ideas distintas a las tuyas. Todo es legal y bueno cuando se trata de evadirse de la realidad de uno mismo pagándola con los demás. En muchos casos, todo esto no termina en el instituto. Todo lo contrario, el instituto en un semillero para un futuro. Un futuro en el que el adolescente se ha formado evadiéndose de los problemas y que en la edad adulta lo seguirá haciendo en muchos casos como lo hacía en su etapa en el instituto. No, no soy psicoanalista ni argentino (disculpen los argentinos por esta referencia, es una expresión coloquial) pero creo que no me falta toda la razón en este tema, una razón que se sustenta y se apoya en la observación de todo aquello que me ha rodeado y en lo que me rodea en la actualidad. Pero muchas veces es fácil ser un observador del devenir del tiempo y de los acontecimientos, lo difícil es involucrarse en todo eso. En fin espero que os haya gustado una vez más una de mis entradas, aunque podáis no estar de acuerdo con ellas.

miércoles, 3 de marzo de 2010

El Sabor de la derrota

¿¿Como sabe la derrota?? ¿¿Tendrá un sabor salado, agrio, dulce, acido?? ¿¿A que se parecerá?? La derrota, más bien dicho una de las innumerables derrotas que sufrí en el instituto me supo a sangre, tal vez fue porque tenía toda la boca llena de esa sustancia, un liquido caliente, extraño que lo inundaba todo dentro de mi boca. La sangre manaba sin detenerse por el interior de mi labio inferior, como un torrente de agua que baja de los montes. La sangre, mi propia sangre manaba del labio inferior a causa de un puñetazo cargado de adío, de alguien que se había sentido humillado por un imbécil majadero. El imbécil majadero soy yo. ¿Que que le había hecho al muchacho para merecerme aquel puñetazo que me había desgarrado el labio? Cometer solo un error, corresponder al saludo de su novia, al salir de clase. El novio me pregunto que quién me había dado a mí el permiso para saludar a su novia (creo que algunas personas no se han dado cuenta que la esclavitud y la servidumbre desaparecieron de este país hace mucho tiempo), acto seguido me convino civilizadamente (es ironía) a que le pidiese perdón. No, le respondí. Las carcajadas empezaron a brotar de las gargantas de sus amigos, los cuales estaban presentes. Aquello le desespero, sus amigos, mejor dicho sus amigotes se estaban riendo de él a causa de un insignificante imbécil. Me empujo hacía dentro de la clase, aquello había que solucionarlo como dios manda, seguro que pensó y así lo haría. Primero empezó con las amenazas, después paso a la acción dirigiéndose hacia mí, me escabullí y viendo que me iba a resultar molto dificile salir ileso de allí, decidí defenderme y cogí el borrador de la pizarra y tirárselo, falle. El me respondió lanzándome una silla, que afortunadamente se estrello contra la pared. Uf, por muy poco pensé, y entonces fue cuando aprovechando mi alivio momentáneo me sacudió un puñetazo, que ríete de los boxeadores cuando dan un derechazo. Entonces fue cuando como he dicho antes empezó a manar sangre de mi labio. Una derrota más. Una humillación más. Y en esa humillación, una vez más estaba solo, puesto que todos habían salido corriendo al ver que estaba sangrando por la boca. Todos huyeron, incluida la novia del chaval que me había arreado aquel puñetazo, pero lo que yo no sabía es que ella se dirigía a dirección para contar lo sucedido y que me atendieran. Me encontraron con la boca abierta escupiendo un torrente de sangre y así me dirigí una vez más a urgencias. En urgencia me dieron unos cuantos puntos y para casa. Otra vez derrotado pensé. Una vez más humillado. Ya había perdido la cuenta de cuantas veces me había sentido así.

martes, 2 de marzo de 2010

Drogas

Es raro el día, la semana o el mes en el que no aparezca en los informativos estudios sobre las drogas en nuestro país o sucesos relacionados con las drogas. El problema no es nuevo y desde luego no os estoy descubriendo las Américas. ¿Quién no ha visto algún porro en su vida, por ejemplo? ¿A alguien en una noche de fiesta no solo con unas copas de más sino con algo encima, aparte de alcohol en su sangre? Incluso habrá alguno que me pueda estar leyendo que consuma drogas, aunque ocasionalmente, sean las llamadas drogas legales o las ilegales. Pero no me pienso meter en vuestras vidas, cada uno es responsable de sus actos y mayorcito ya, claro mientras que no dañe a nadie de su alrededor (aunque el que más este siendo dañado sea esa persona consumiendo eso). ¿Pero qué sucede cuando uno no es mayor de edad y no sea del todo consciente de sus actos y de las consecuencias que traerán a corto, medio o largo plazo? Me refiero a los menores de edad, a los llamados adolescentes, aquellos que estudian en nuestros institutos y que en las puertas de estos se apostan los llamados camellos. Mis ojos han contemplado la compra-venta de hachís pasando por cannabis y otras sustancias alucinógenas a las puertas y en los descampados cercanos de mi antiguo instituto y porque no decirlo incluso dentro de este. Cuando empecé mis andares y desventuras en aquel lugar, el asunto de las drogas no existía. Supongo que si a algún profesor de aquellos años en mi instituto se le hubiese preguntado que si el problema de las drogas pudiese llegar a aquel lugar, la respuesta hubiese sido un NO rotundo. Y sin embargo pasado el transcurso de unos pocos cursos el problema apareció. En un principio los alumnos empezaron a tontear con los porros y el tabaco, me acuerdo que solían ocultarse de los ojos indiscretos de los profesores detrás del gimnasio. Pero aquel tonteo evoluciono y algunos empezaron a sacar partido de los porros vendiendo marihuana, marihuana que cultivaban algunos en el pueblo dónde se encontraba el pueblo y se lo vendían a los muchachos y estos a su vez lo revendían (claro, cuando no se metían en algún chalet para robar la pequeña plantación personal del dueño de la finca). Así empezó el asunto, con simples porros y marihuana. Pero el asunto no se paro allí, sino que evoluciono (una evolución parecida a la de los famosos pokemons o Digimons, paro claro, estos seres evolucionaban para mejor, en cambio el asunto al que me refiero iba por el camino contrario) hasta que degenero en el asunto de las pastillas y otras sustancias, que si bien las contemple de cerca, siempre fue alejado de esos asuntos y por lo tanto mis conocimientos sobre nombres de alucinógenos varios eran bastante limitados (haber estudiado, me diría un amigo mío). Pero no solo hubo un aumento de las sustancias alucinógenas y otras de sus compañeras de caminatas y excesos, también los problemas que acarreaban. Hubo un alarmante numero de broncas entre los alumnos y ex-alumnos que tanto compraban como vendían todo esto, broncas que se saldaban en algunos casos en autenticas peleas encarnizadas. Había ha veces que algún camello te atosigaba para que le comprases su mercancía, camello que le conocías de vista porque le conocías de vista del instituto, aunque en algunos casos eran ex-alumnos. Era bastante molesto que alguien te siguiera intentando vender lo que ellos llamaban estimulantes con palabras en un principio endulzadas con no te preocupes que nadie se va a enterar de que me compras o no pasa nada por probar, que si no te gusta no pasa nada; a la siguiente fase de cólera y de llamarte cagado. A mi solo una vez me intentaron convencer para que les comprase algo, como es podéis imaginar desestime el ofrecimiento, demasiados problemas tenía yo ya para que encima me buscase nuevos compañeros de tortura. Otro problema que acarreo el asunto de las drogas, este más una curiosidad que otra cosa, fue que el maloliente, descuidado baño de los chicos oliese ahora a porros y que en los habitáculos donde uno podía hacer sus necesidades en privado, estaba inundado de colillas de porros, bolsitas de plástico y algún resto sospechoso de algo blanco en la tapa del retrete. Pero algunas veces el asunto se saltaba las fronteras entre alumnos para llegar a salpicar a los profesores. Fue así que una profesora que intento luchar contra los problemas que acarreaba el asunto de las drogas intento arrancarlo de cuajo. Se dirigió a los camellos que estaban apostados a las puertas del instituto cuando todos salíamos y reconociendo algunos alumnos del centro les requiso lo que ellos llamaban su mercancía y les amenazo con que si les veía vendiendo otra vez aquello hablaría muy seriamente con sus padres. Un valiente intento, debo de reconocerlo de una de las pocas personas del profesorado que intentaba poner orden en aquel sitio que parecía dejado de la mano de Dios. Pero aquel valiente intento por erradicar el asunto de las drogas se traduciría en venganza por parte de aquellos que no opinaban igual que aquella profesora. Pasados unos días desde el incidente del requisamiento de las drogas, se pudo ver como de uno de los palos dónde antaño ondeaban unas banderas, se podía ver aquel día una chaqueta de cuero negro medio calcinada. La propietaria de aquella chaqueta no era otra que la profesora que había actuado en el asunto de los camellos, pero aquello no sería lo único que tenían preparado para la profesora: el coche de esta estaba con las ruedas pinchadas y con los cristales rotos. Además de todo esto, como para asegurase los causantes de aquellos destrozos que la profesora hubiese entendido el por qué de todo aquello la dejaron unas mensaje en forma de pintada en uno de los muros del instituto. No me detendré a explicaros lo que ponía exactamente aquellas pintadas, por que supongo que todos os lo estaréis imaginando. Y como dicen en mi pueblo a buen entendedor pocas palabras. Aquellos ataques acarrearon como medida más visible de todo aquello la instalación de cámaras de vigilancia en el instituto. La profesora siguió con su trabajo y no se dejo amedrentar por lo sucedido, aunque sí que es verdad que empezó a mostrarse algo más reservada con los alumnos. En fin mi relato solo quería hacer veros un problema más de los institutos de España, un problema que sigue latente no solo en los institutos, sino que se extiende por toda la sociedad, mi intención solo ha sido ilustrar más una de mis experiencias en el instituto y como e dicho antes también hablaros de un problema real que padece la sociedad. Bueno espero sinceramente que hayáis disfrutado una vez más con una de mis experiencias, hasta la próxima entrada, pues, que seguro que será dentro de poco.

lunes, 1 de marzo de 2010

Testigo

Los rayos del sol brillaban por su ausencia en todo el instituto, tanto en los pasillos como en las clases la única luz que reinaba era la de los forescentes en un día oscuro y triste de Invierno. Mi ánimo no es que fuera diferente, pero aquella semana mi mente me repetía una y otra vez, esta semana va a ser tranquila, tu tranqui. Sí, la verdad es que mi mente no decía ninguna mentira, era jueves y no me había pasado ninguna dificultad o problema. Pero aquella semana me tocaría ser testigo y no protagonista. Aquella misma mañana. Pero sigamos con el relato y no adelantemos acontecimientos. Aquel día, que como he comentado era un Jueves, nos tocaba a primera hora Tecnología, pero el profesor de esa asignatura no había acudido aquel día a clase, el profesor de guardia decidió llevarnos a la aula de informática para que pasáramos el rato entretenidos con los dichosos ordenadores sin causar alboroto. Pero el profesor cometió un error. Nos dejo a las puertas del aula mientras que el iba a por las llaves y fue en ese mismo lapsus entre que el profesor iba a por las llaves, cuando el macarrón de turno decidió animar el cotarro, me lo estoy imaginando pensando, esto que parezcamos reclutas acobardados a la espera del sargento o el cabo se ha terminado. Y empezó sin más dilación a pasearse vociferando (bueno en realidad el término adecuado sería berreando como los ciervos durante la berrea) y golpeando las puertas de las aulas que estaban a los lados del pasillo donde estábamos. Desde luego era un animador innato, tan innato que con todo eso llamo la atención de uno de los profesores que estaba dando clases en alguna de las aulas de aquel pasillo. Y el profesor que salió no era precisamente un alma caritativa y compasible con los toca........... (Que cada uno complete la frase como crea más conveniente). El profesor, que concretamente era de Naturales y nos daba esa misma asignatura a nuestra clase, contemplo al grupo de estudiantes que componía aquel grupo de donde había venido aquel alboroto. Enseguida y sin más dilación se dirigió hacia el culpable, no le hacía falta preguntar. Enseguida le mando que se fuera a Dirección, pero el aludido no se movió ni un ápice de sus músculos en la dirección donde le ordenaba el profesor, sino que se encaro con él y le dijo que no. Los dos, tanto el profesor como el alumno se enzarzaron en una discusión, donde el primero recriminaba la actitud al segundo y este negaba los hechos. Las palabras fueron a más el profesor le empezó a amenazar con una expulsión si no le hacía caso de inmediato. La tensión siguió acumulándose tanto en el chaval como en el profesor y el tono fue elevándose, hasta que la cosa estallo con ¿tú crees que soy imbécil? vocifero el profesor, cuya paciencia se había esfumado, la pregunta retorica tubo como respuesta un sí, del chaval. Aquello como digo estallo. Ambos se enzarzaron en un mar de golpes y amenazas de muerte por ambas partes. E presenciado en mi vida altercados muy dispares y con protagonistas también de lo más dispar, pero aquello se grabo en mi retina como si uno de los protagonistas hubiese sido yo. Cada golpe coda empujón cada botón arrancado de la camisa del profesor, la camisa del chaval teñida con pequeñas gotas de sangre provenientes de su labio inferior, cada detalle de aquel truculento espectáculo (por llamarlo de alguna manera) se quedo grabado en mí. ¿Que sucedió después? El altercado entre alumno y profesor llamo la tención de los demás profesores que salieron de las aulas contiguas y consiguieron con gran esfuerzo separa al alumno del profesor. Los gritos de estás muerto, resonaban en el pasillo como si se tratase de una caverna en la que hubiese mucho eco. Estás muerto, gritaba el ensangrentado muchacho al profesor que estaba con la camisa destrozada y que parecía que también estaba herido en alguna parte de su cara, puesto que había algo de sangre en esta. En varias ocasiones el muchacho se zafo de los brazos de los profesores intentando volver a la pelea con el profesor, pero era interceptado antes de que alcanzase al profesor. Y así fue como termino aquello, en cuanto, aquella pelea entre aquel profesor y aquel alumno, el alumno fue expulsado del instituto definitivamente y los padres del alumno denunciaron al profesor por agresión a la persona de su hijo y al instituto por expulsarle sin motivo alguno y por no haber sancionado al supuesto agresor de su hijo. Agresor. Decidme ¿quién fue la víctima y el verdugo? ¿Quién fue el agresor y el agredido, profesor o alumno? En fin aquello demostró la impotencia y la limitación del profesorado a la hora de imponer orden en las aulas de aquel instituto, no, no los culpo. Pero la verdad es esa. ¿Qué hubieseis hecho en el lugar del profesor para poner orden aquel alumno? La respuesta es difícil, ¿qué hacer en esos casos? En fin con esta alusión a aquellos acontecimientos solo quería denunciar el acoso y la presión que tienen los profesores. Por último mis recuerdos y mis respetos por aquel profesor, aquel mismo que por la presión de la familia del joven fue despedido del centro. Aquel mismo con el que aprendí la formula de la pólvora, aquel que acuño el termino homo-burro y que cuando recuerdo esa palabra y por extensión al propietario de esa palabra en mi boca se forma una sonrisa.