lunes, 19 de abril de 2010
Sonrisas, risas y carcajadas. :) :D JAJA
Hay gestos y acciones tan naturales como la risa. ¿Quien no se a reído en su vida por el motivo que sea? Seguramente ya estaréis artos de oír que la risa es algo sano, e incluso es una forma de relajación, tan buena como el yoga y mil historias parecidas sobre las distintas cualidades de este impulso o gesto. Pero en ocasiones, cuando digamos que la vida nos da la espalda, nos cuesta reírnos, ya sea con lo más tonto del mundo o con la gracia más ingeniosa. Cuesta incluso un mundo dibujar, aunque sea una tímida sonrisa. No sé si alguno de los que me leéis os a pasado eso en algún momento de vuestras vidas, a mi sí. Hubo un tiempo en el que una sonrisa, una risa o una carcajada que procediera de mi, era lo más raro (esto a lo mejor les parecerá extraño a los que me conocen hoy en día, ya que por cualquier tontería me rio), el gesto más simple, el de sonreír quedaba sustituido por una mueca casi sarcástica. Tenía pocos motivos para sonreír, como iba a sonreír cuando alguien me lanzaba una lata, como iba a reírme mientras me agredían verbalmente, como iba a soltar una carcajada en medio de una agresión física. Después llegaba a mi casa y mi humor no cambiaba mucho, a pesar de ver alguna secuencia graciosa en la tele que apenas me arrancaba una sonrisa. Mi alma se ensombreció con los años de instituto y con ella mi humor. La sonrisa, el gesto más natural y más hermoso que tenemos el ser humano, seme fue distorsionando y corrompiendo y como he dicho antes se transformo en una mueca. Esa mueca la utilizaba como una forma de desprecio o escepticismo hacia los demás. Es decir como un arma a mi servicio, para molestar a los demás o como una forma velada de amenaza a cualquiera que yo sintiera como un enemigo, aunque la palabra más adecuada sería el de agresor. Y es que, algo que me ha enseñado aquellos años de instituto es que algo natural, inocente se puede distorsionar y deformarse hasta convertirse en algo oscuro y torcido cuando caemos en el abismo, un abismo que creemos erróneamente que no tiene fin y que si miramos hacia arriba no veremos la luz, la luz de un nuevo amanecer. Pero aunque no veamos el amanecer, eso no significa que no exista, solo que nosotros no lo vemos. Mi amanecer, el momento que empecé a ver algo de luz a mi alrededor, no fue cuando salí del instituto (pensé erróneamente que el día que saliese de aquel lugar, cuando no tuviese que regresar nunca más, seria cuando tal vez viera un atisbo de luz verdadera y no una triste luz que brillase de vez en cuando), no, aquel año no se hizo la luz, por decirlo de algún modo. Pero aunque tardo en llegar, llego al final y con aquel amanecer llego de nuevo la sonrisa, la risa, la carcajada, pero no como algo corrompido o forzoso, sino como algo liberador. Pude sonreír al contemplar el vuelo de un pájaro bastante torpe que intentaba volar, pude reírme al oír algo gracioso, pude echar un torrente de carcajadas al verme en situaciones disparatadas o verme hacer disparates dignos del mejor video de humor. Y todo eso, esos impulsos o acciones, como los queráis llamar surgen de una forma natural, en ocasiones escandalosa, es porque estoy vivo y sano, acaso ¿no es un motivo para reír?, ¿hay algo mejor que reírse?, pues si, reírse en compañía y ser el causante de las carcajadas ajenas. Y como no podía ser de otro modo esta entrada la tengo que terminar solo de una forma: JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA, ETC.
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