miércoles, 26 de mayo de 2010

Libros: Las Legiones Malditas de Santiago Posteguillo


En la última entrada sobre libros recomendé Africanus, el hijo del Consul. Hoy como no podría ser de otra forma, seguiré con el segundo libro de la trilogía. Tenemos ahora un Escipión más maduro y que poco a poco va perdiendo la pátina de héroe perfecto que venía arrastrando desde el anterior libro y en el que empiezan a verse por fin algunos defectos como la ambición (aunque nunca desmedida como la de otros personajes de la trama), vanidad y arrogancia; defectos que no eclipsan su papel de protagonista ni las simpatías que pueda genera el personaje, al contrario al darle más realismo lo acercan si cabe aun más al lector.

En el primer libro Escipión era todo pureza y motivaciones positivas como el honor o la amistad, con el paso de los años y la guerra, con los reveses políticos que llegan desde Roma de la mano del despiadado Flavio Maximo y con las discusiones con algunos de sus más fieles oficiales y amigos vemos como Escipión adquiere un lado sombrío. El lector puede ver que pese a lo positivo del personaje también tiene un lado oscuro, e incluso cuando se desata la locura campa a sus anchas con el velo de que en ocasiones para imponer lo correcto hay que hacer autenticas barbaridades, ejemplo claro el pasaje del motín de Sucro.

Cierto es que los malos son muy malos (Quinto Fabio Máximo es un político despiadado que manipula el senado a su antojo para propio beneficio y para hundir a Publio Cornelio Escipión y encima es cruel y maltrata a sus esclavos, Catón es un personaje odioso y hasta repelente para mi gusto…) aunque el tópico se rompe con Aníbal, al que podemos llegar a ver como el contrapunto cartaginés del propio Escipión y no como un villano despiadado que sólo busca destruir Roma sino como la horma de la sandalia de Publio, el cual tiene sus propios enemigos entre los suyos más que entre los romanos.

También vemos la evolución de algunos personajes como Cayo Lelio y la relación de este con el personaje principal respecto a la primera novela. Podemos ver la evolución tan brutal que tiene Masinisa a lo largo de esta novela y a medida que ve haciéndose realidad sus deseos de gloria, los cuales sacrifican a su mayor amor para obtener la tiara real de numidia. La vida cotidiana se sigue manteniendo escrupulosamente y fielmente a la realidad de la época gracias a los personajes femeninos como la esposa de Publio, la madre de este, la amante de Cayo Lelio que nos descubren el mundo romano, las tradiciones, la religion y la vida cotidiana de una gran urbe de la antigüedad como es Roma, el papel que tenia las mujeres de alta alcurnia en la política de alianzas entre naciones a raíz de sus matrimonios lo descubriremos de la mano de Sofosniba, hija de Giscon.

Las batallas y asedios están recreados magistralmente, con una acción muy fluida y una violencia realista y brutal en ocasiones, de tal modo que no es difícil para el lector verse transportado al conflicto y escuchar a su alrededor los gritos de su centurión en el fragor de la batalla o como te atraviesa una lanza numida ante tu estupor.

El colofón de la novela, la traca de fin de fiestas como dirían en mi pueblo es la batalla de Zama siendo una de las mejores batallas que he podido leer. Es realmente épica y está perfectamente descrita, con gran lujo de detalles y nos muestra el mano a mano entre Aníbal y Escipion y pese a saber bien cuál era el desenlace real a veces uno no puede evitar pensar si realmente acabaría de igual forma la novela, sensación difícil de lograr en el lector al tratar hechos tan conocidos como es en este caso la batalla de Zama. Tan realista y tan cruel es la batalla que se te moverá las entrañas al ver no solo la muerte de ciertos personajes que hemos conocido a lo largo de esta novela y de la anterior sino al leer que tal legionario que estaba al lado caía también, como si lo tuvieras al lado tuyo en ese instante.

Por destacar algunos aspectos “negativos” de la novela, que en la anterior entrada dedicada al primer libro no mencione ninguna, no porque no los haya diré que el lector espabilado nada más empezar este libro vera que hay una contradicción, algo que había pasado en el final del libro y que aquí comprobamos con gran consternación que nunca a pasado, no diré más que no quiero jorobar al que quiera leer el libro y no es plan descubrirle con sumo detalles una picia, mejor que lo veáis vosotros mismos. Otro detalle las portadas de los tres libros están muy bien realizadas, la primera más que reflejar un acontecimiento que aparece en el libro es más como una metáfora, en la de las legiones malditas aparece en primer plano un legionario con una armadura segmentada, un error ya que las legiones del libro y de aquella época no iban así, todavía quedaban muchos siglos para que vistiesen así. Esta portada puede conducir a errores y en algunos momentos cuando estaba leyendo a pesar de saber cómo era el equipamiento legionario de aquella época mi mente no podía evitar imaginarse a los legionarios vestidos como el de la portada. Estos pequeños puntos negros no afean para nada el conjunto, al contrario nos demuestra que el trabajo que ha tenido el autor a la hora de documentarse a tenido que ser magno. Además se ve una notoria subida de calidad entre el primero y el segundo, ganando agilidad el segundo. Y además consiguió algo que muy poquitos libros que he leído me han provocado (y eso que e leído muchos) y es al leer la ultima línea del libro no pude evitar en aplaudir (no lo digo metafóricamente) aquella joyita. En la próxima entrada destripare el último libro de esta trilogía: La Traición de Roma.

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