Al lado de mi antiguo instituto hay una fábrica de galletas del Grupo Cuétara. Esta bastante cerca, solo debes de ir calle abajo y cruzar la carretera y ya estás en la fábrica. Luego ya es otro tema si quieres colarte y robarles todas las cajas del famoso surtido Cuétara. Bien, en mi instituto también se hacia el surtido Cuétara, pero se sustituían las galletas por unas cuantas collejas, callejones, ostias, insultos, berridos, amenazas de muerte, palizas, tizazos, etc. Yo solía abrir todos los días esa caja, no sé cómo me las apañaba para que siempre me saliese algo de ese surtido. Qué buena estrella que tengo. ¿Eh? No tenía una preferencia entre toda esa gran variedad de golpes e insultos, pero el que siempre seme viene a la mente, es el de las collejas, seguido muy de cerca de las palizas. Las collejas si te las daban bien, se convertían en un arte. Cada uno de los que me solían dar collejas tenía su técnica, que a pesar que en este mundo se lleve las nuevas tecnologías el abusón o matón del momento aprecia las cosas artesanales y por añadidura que estén bien hechas. Había algunos que te dejaban el cuello todo rojo donde posaba la mano. Otros eran más delicados y apenas te hacían señal alguna. Sinceramente si me dais a dejar entre estos dos tipos de collejas yo no elegiría ninguna. Las collejas, son bastante aceptadas por la Sociedad y se les resta importancia. Pero la importancia de las collejas en las agresiones es muy importante para desmoronar a la persona que es elegida como víctima. Este pequeño gesto, que alguna vez e oído que no pasa nada porque te den es una señal sutil de que cualquiera te puede hacer daño que se empieza por eso y luego si está de buen humor el matón continúa con algo más gordo. Además es algo humillante, te hace sentir como una autentica mierda. Pero sigamos con el surtido Cuétara, a ver, a ver lo que saco: Una Ostia. Analicemos la ostia como parte de este gran conjunto. La ostia puede ser dada por cualquiera, por lo que oí una vez a una chica. No se necesita especial fuerza, solo llegar a la altura de la cara de tu presa. Claro que si eres bajito yo te recomiendo que te subas a un taburete, y asunto zanjado. Este tipo de agresión te produce una rojez en la cara y si es fuerte entonces no hay diferencia alguna entre un tomate y tu pobre cara. Otra galletita envenenada de este alegre surtido son los insultos y amenazas. Los insultos habitualmente suelen ser los tradicionales, aderezados y especiados con algunos de la cosecha del abusón. Intentan con esto cabrear y mosquear a su presa, para que se revuelva contra ellos y así tener la escusa de que el otro empezó agrediendo y que él solo le estaba dedicando palabras de aliento. En cambio las amenazas buscan aterrorizar a sus víctimas, para que generalmente no se vallan de la lengua y canten delante de un profesor que hay un Hijo de puta haciéndole la vida imposible. Las amenazas pueden ser muy variadas, generalmente cuando alguien tiene los suficientes arrestos para contárselo a un profesor, entonces si se enteran te dicen aquello de " te espero a la salida" y no precisamente para declararte su amor verdadero e incondicional por ti sino para verter todas sus malas artes en ti y asegurarse que no volverías a hablar de ese asunto que solo le incumbía a ti y a él, una cosa de dos, nada de tríos. Le sigue a todo lo anterior citado los golpes bajos, en las espinillas o en los testículos, claro si nacisteis varon y los pisotones. Esto hace de pequeños complementos al día a día. Luego llegan las palizas. Las agresiones pueden ser esporádicas y no durar mucho, aunque si lo suficiente para sentirte encima de agredido y vulnerado, mal con uno mismo y pensar que no eres capaz de defenderte por tus medios. Pero esas agresiones se pueden alargar y que el agresor se cebe más de la cuenta produciendo cardenales, moratones, sangrados en los labios o en la boca. Esto es solo una muestra del Surtido Bullying, o lo que es lo mismo de las agresiones que producen unos pocos a un buen número de compañeros, sin importarles que estén agrediendo a semejantes y que tal vez les estén conduciendo al abismo y a posibles trastornos mentales. Porque los moratones y heridas varios se borran o cicatrizan, pero el dolor de los golpes, los insultos y las amenazas difícilmente se pueden olvidar. Todo esto les perseguirá en su vida estudiantil y encima se sentirán culpables. Pero sinceramente espero que a esas personas que sufren acoso escolar tengan la gran suerte de estar rodeados de gente que les quieran y les aprecien de verdad. Así pues con esto concluye mi repaso por el surtido Bullying -Cuétara.
jueves, 28 de enero de 2010
lunes, 25 de enero de 2010
Delegado
"Delegado: dice ser de un pringado imberbe que o bien en el colegio o en el instituto es elegido por sus pérfidos compañeros de clase para ocupar un cargo que no sirve de nada y que conlleva solo el titulo de delegado, como si dijese fulanito qué más da, no sequé, no sé cuantos ¿de apellido o de nombre?" Esta definición esta sacada de mi particular diccionario (editorial bromas y cachondeo). Pero creo que ilustra muy bien lo que son los delegados de clase en la práctica, pues en la teoría es una forma más para que el alumno se vea representado delante del profesorado, algo así como un representante sindical. Muy bonita la teoría, un aplauso (solo uno). Pero en la realidad no es así, se ha convertido en un trámite en las aulas escoger a alguien que lleve ese título y ya está, ya que no tiene competencia en nada. Pero claro, díselo tú a los chavalines y chavalinas de primero de la ESO, que están como locos por ser delegados, para comprobar que es eso y si aporta beneficios por parte de los profes y reconocimiento ante sus compañeros de celda, disculpad quería decir compañeros de clase. Pero con el paso de curso uno descubre que es un cargo inútil y estéril, es más te puede traer hasta problemillas. Es entonces cuando la gente se pone de acuerdo para poner en ese cargo al primer pringado de la clase. Uno de esos pringados que alguna vez fueron elegidos fue el que os está escribiendo ahora. En la clase donde me encontraba reinaba una enorme cantidad de repetidores (10 repetidores frente a 13 no repes) y reinaba un olorcillo a "Tengo que estar aquí por eso que la escolarización es obligatoria, pero cuando cumpla 16 aquí os quedáis queridísimos profesores y demás gente que tanto me agradáis". Pues bien como comprenderéis mi clase destacaba por el desorden, el alboroto, la suciedad, las encarnizadas guerras de Tizas y borradores, bolitas de papel tiradas por bazucas mortíferos creados con bolís y un larguísimo etc interminable. Muy pocos queríamos aprender en esa clase y algunos se dejaba arrastrar por la mayoría. Llego un día en el que el tutor decidió hacer las votaciones para el delegado. La votación quedo en que con el 90 % de los votos un servidor de ustedes quedase como el pringado delegado. El tutor me dio la lista en la que aparecía mi nombre y el de todos mis compañeros que servía para que los profesores supieran quien faltaba y quien asistía a clases. Además al delegado siempre le tocaba pringar para ir a por tizas a consejería, ya que misteriosamente habían desaparecido durante las ya mencionadas guerras Tizeras. Vi una oportunidad para que no me acribillasen a tizazos, si yo era un objetivo preferente para los francotiradores. Decidí tener un control férreo de las tizas, sería el dictador de las Tizas. Sí señor. Conseguí atajar el problema de las tizas, pero no terminaron los lanzamientos de borradores de Pizarra y de algo más grande, sillas (no exagero). Otra guerra abierta en mi carrera como delegado fue el parte de asistencia. Antes de que me eligieran el parte desaparecía por arte de ensalmo, vamos que parecía que teníamos a Harry Potter en la clase practicando embrujos de desaparición con las listas. Decidí guardármelo en mi mochila y las desapariciones parecieron terminarse, hasta que me los empezaron a sustraer de la mochila y ya de paso una vez alguno pensó que mi monedero era especialmente bonito o lo que contenía y me lo robaron, eso sí que se llama un trabajo completo. Lo que os diga yo, eran unos auténticos maestros en los robos y desapariciones misteriosas. Supongo que alguno estará en algún poblado chabolista de la capital de las Españas y que se dedica a mangar coches en la actualidad (lo digo con todo mi cariño, el mismo cariño con el que me robaban ellos). Nunca supe quien o quienes fueron los maleantes. Pero mi vida como delegado querido y adorado por las masas ciudadanas se termino muy pronto. Ese hecho ya lo comente en otra ocasión, no hace mucho tiempo. Como comente en aquella ocasión me cambiaron de clase. Una clase que no tenía nada que ver con la anterior clase de la que procedía yo. Pero mi vida como delegado aquel año no terminaría. El delegado de mi nueva clase era un imberbe algo majadero con ínfulas que era uno de los poquísimos gamberros de esta clase (en realidad era el único). El muchacho se dedicaba a falsificar la lista de asistencia cuando el faltaba, a armar continuas broncas y algún etc más. Nos causaba tantos problemas a nuestra clase que decidimos mis compañeros y yo echarle de delegado (creo que le sentó fatal nuestra decisión, ya que empezó a ponernos a caldo y gritarnos que no éramos mejor que él). Se volvió a votar y salió como delegada una muchacha y yo como subdelegado. En fin mi experiencia como subdelegado fue mucho mejor que mi anterior etapa como delegado.
viernes, 22 de enero de 2010
Mi pasión por los libros
Si uno teclea en el buscador Frases sobre los libros o la literatura te salen cientos de páginas llenas de ese tipo de frases, que alguna vez a alguna cabeza pensante le dio por soltarla y allí que ha quedado para la posterioridad. Sinceramente pienso que es una chorrada, uno no tiene por que buscar frases que animen a leer libros para que te inspiren para ir a una librería o coger el tochazo ese grande que tienes en la habitación que alguien te regalo y que nunca le prestas atención, salvo para calzar la pata del sillón cojo. Creo que la literatura es algo personal, algo que solo te concierne a ti. Que te gusta los libros (da igual tu preferencia, tanto si te gustan los libros malísimos pero que por un azar se venden como churros o si te apasiona la buena literatura) o que no pues allá cada uno, sinceramente. A mí personalmente me apasionan, me seducen los libros nuevos que huelen a papel nuevo y a una mezcla de distintos olores o tocar las páginas arrugadas y frágiles de uno antiguo. Esa fascinación me viene de mis años de instituto, en el que los libros representaron para mí una ventana de escape a las agresiones, a la indiferencia de mucha gente ante mi problema, al fracaso que parecía llevarme todo eso. Me sumergía voraz en cada una de las paginas d los libros que caían en mis manos, muchos de ellos de la biblioteca del Instituto y por un momento indeterminado de tiempo desaparecía en el mar de páginas, olvidándome del tiempo y del mundo en general. Pero cuando cerraba el libro o cada día volvía al instituto allí estaba la realidad, me gustase o no. Poco a poco ante el abandono de alguna gente que pensaba que eran mis amigos de Instituto me refugie durante los recreos en las cuatro paredes de la biblioteca. Me acuerdo que pregunte si tenían alguno de la saga de Harry Potter, si, esos libros que tratan de un adolescente su varita mágica y de polvos mágicos (seguro que alguno estará ahora pensando en esas mismas cosas pero con distinto significado, mira que hay cada uno que....). Me respondió la bibliotecaria que no había ninguno de los 4 títulos que tenían en la biblioteca sobre Harry Potter (por aquella época solo habían publicado 4 títulos de los 7 que forman la saga), pero que cuando los tuviesen me lo diría. Paso más o menos una semana y un día que tenía clase de lengua, la bibliotecaria que también era mi profesora de lengua me trajo lo que me había prometido. Aquí viene ahora lo bueno, os explico. Generalmente uno empieza una saga por el primer libro, pero yo no. El Libro que me trajeron era el 4 de la colección (es decir el ultimo), pero ni mu dije, y lo cogí de las manos de mi profesora, que me deseo una feliz lectura y que me gustase el libro tanto como a ella. Ese mismo día en el autobús que iba del instituto a mi casa me lo empecé a leer, y así seguí toda la tarde leyendo. Al día siguiente que era sábado seguí leyendo fervorosamente todo el día. Aunque no me había leído los anteriores libros de la saga, si que había visto la adaptación cinematográfica del primero y más o menos savia quién era cada personaje. Total que mi única preocupación en este mundo se transformo en seguir leyendo el libro a bocados, frenéticamente. Por mis ojos pasaban los paisajes escoceses que recorría el expreso de Hogarts, contemplaba la torre de astronomía como si la tuviese allí mismo, en mi habitación. En fin que ese libro fue el principio de mi fascinación por los libros. Una vez terminado el 4 seguí con el tercero, segundo y finalmente con el primero. Mi curiosidad no se detuvo en Harry Potter, me recomendaba la bibliotecaria otro libro cada vez que me terminaba alguno y en historia, donde el profesor nos mandaba libros de Novela Historica cada trimestre y nos daba a elegir entre dos títulos yo me leía los dos títulos por cada trimestre (vamos, que ríete tu de la adicción a la nicotina que tienen los fumadores empedernidos, yo estaba enganchado a la tinta y a la celulosa). No sé cuántos libros pasaron por mis manos aquel año que me enganche a los libros (tal vez sin exagerar unos 20, exagerando 1000). Desde entonces los libros se transformaron en seres reales que me contaban al oído, sus alegrías, sus tristezas, sus proezas y sus miserias y las pasiones más bajas. Y se transformaron en una especie de droga que mitigaba mis sufrimientos mundanos y ahogaba la frustración que sentía en mis entrañas. Concluyendo, los libros supusieron para mí una manera de evadirme de mis problemas de vez en cuando, de enriquecerme como persona, de satisfacer mi curiosidad y una ayuda para no caer en el abismo.
jueves, 21 de enero de 2010
La oscuridad II
No solo me di cuenta de las personas que estaban cerca de mí, sino de otra cosa, una sensación: debilidad. Sentía mi cuerpo débil, sin fuerzas tan siquiera de mover un brazo. Además la cabeza parecía que me iba a estallar. No podía cambiar de postura pues eso me costaba un mundo. En fin parecía un muñeco roto, desahuciado de toda sensación que no fuera dolor. A pesar de que estaba consciente, había cosas que me inquietaba. Savia que estaba en un aula pero vagamente savia quien era yo. Mi nombre me parecía extraño, vagamente familiar. Nada más entendía. ¿Por qué estaba sentado? No me acordaba que me hubiese sentado, tampoco por que estaban el jefe de Estudios y aquel profesor de Inglés. Ellos me hacían constantemente preguntas, a las cuales yo contestaba meneando la cabeza. Pues como si mis labios estuviesen sellados con silicona la lengua pastosa e incapaz de articular ninguna palabra. No os se especificar cuánto tiempo estuve en ese estado que me era doloroso, pues se había unido al dolor de cabeza otro compañero: un dolor intenso por todo mi cuerpo. Sentía un dolor punzante en la espalda y un ligero temblor de piernas lo acompañaba (aunque creo que ese temblor ya estaba en un principio, solo que no me había dado cuenta hasta entonces). Llego el Director, el cual rápidamente intercambio unas palabras con el jefe de estudios. Hecho esto me sonrió y me pregunto qué tal estaba, no le respondí. Su expresión se oscureció y pude oírle algo de una ambulancia. Después de decirme no se que sobre dirección o algo parecido me ayudaron a incorporarme. Me tuvieron que sujetar pues mis piernas apenas me respondían. Mantequilla eran. Aun así y gracias a la ayuda del Jefe de estudio y del Profesor de Inglés pude llegar hasta Dirección, donde me pusieron en el despacho del Director y más tarde llego la ambulancia.
En la ambulancia me examinaron, ya sabéis que si mira la lucecita, que si las pulsaciones, que a ver la tensión, etc. Me llevaron al médico de mi pueblo para que me examinara y si veía conveniente el médico pues otra vez a la ambulancia y de camino al hospital. Afortunadamente la segunda opción nunca se produjo, puesto que el médico me diagnostico, (redoble de tambores): Agotamiento y algo baja la tensión. Aparte claro de los pequeños tatuajes llamados cardenales y moratones que me regalo el chaval que me había agredido. A pesar de eso el médico recomendó a mi madre que me tuviese en observación y que si surgía algún problema por la tarde que llamase a una ambulancia y al Hospital. Bueno estamos llegando al final de este relato, me imagino que os preguntareis que sucedió por la tarde si recaí. No, no recaí, a pesar de eso estaba molido y nada más llegar a mi casa me quede dormido en mi habitación. Estuve así toda la tarde, apenas comí nada en la comida y por la noche no probé nada. Así llego la noche, una noche que se junto a la tarde. Mi cabeza no pensaba en nada, bueno en realidad me obligaba a no pensar nada. Ni en lo ocurrido, ni que sucedería a la mañana siguiente. ¿Qué sucedió a la mañana siguiente? Se preguntara algún curioso. Nada no paso nada. No fui al instituto, me quede todo el día en casa. Pero a diferencia de la tarde anterior, no me la pase dormitando como una marmota, durante el invierno. Del instituto llamaron preguntando que tal estaba, la respuesta de mi madre fue bien, gracias. A lo que ellos preguntaron:-¿Qué piensan hacer? Denunciar por supuesto. Fue la respuesta. Paso el día, como si fuera una bocanada de humo. Y llego otro día. Aquel día si asistí a clase. Es curioso, el día anterior me había imaginando como seria aquel día y la reacción de la gente conmigo, pero mis conjeturas, fabulaciones y demás suposiciones no acertaron. La gente me miraba con una mezcla de sorpresa, lastima y creo que si mi ego no me traicionaba con una pizca de admiración. El profesorado decidió cambiarme de clase, a una clase mejor decían. Debo de darles la razón, era una clase limpia, sin deteriorar. Y los compañeros buena gente, en general. El cambio me sentó estupendamente, tanto a nivel de estudios como a nivel de relacionarme con otra gente. No pararon las agresiones espontaneas, pero note que disminuyeron aquel año (el próximo cambiaria la situación y no para bien). Quiero terminar diciendo que la agresión no me ha supuesto padecer alguna consecuencia física, pero psicológicas sí. Me volví más receloso con la gente y precavido. Evitaba las conglomeraciones pero me sentía extraño cuando estaba solo en alguna clase. En fin todo eso afortunadamente paso y ahora parece como si hubiese sido hace eones.
jueves, 14 de enero de 2010
La oscuridad I
¿Alguna vez habéis estado delante de la oscuridad, sin daros cuenta que en realidad estáis en un sitio con luz y rodeado de ojos atentos que os miran? ¿Si, no, tal vez? Yo si, os lo contare. Era una mañana de mediados de Octubre y por las ventanas del instituto se podían ver los raquíticos arboles desnudos de hojas de un descampado cercano. La niebla vespertina se retiraba para dar paso a un Sol que parecía empeñado en calentar, aunque parecía costarle y yo salía de clase de lengua cuando se escucho el timbre que indicaba que tocaba recreo. El tiempo voló y de nuevo se pudo escuchar el timbre y todos los alumnos nos dispusimos a entrar formando una cola interminable para entrar al Hall, como si fuéramos la cola de una gigantesca serpiente. Pero al final entramos y volvimos a las aulas. La clase que me tocaba era Religión, cuya profesora solo con verla decías: -Bueno, no sé cómo serán los ángeles, si es que existen, pero si existen deben de ser así: perfectos de piernas (que piernas tan largas y estilizadas por el amor de Deux), pelo castaño claro y siempre sonriendo y cuestionándote tu fe a todas horas. No me acuerdo sinceramente que dimos aquel día, pero si me acuerdo que seme hizo muy larga para mí, mis compañer@s y para la propia profesora. Todos mirábamos con miradas mal disimuladas hacía el reloj de la pequeña aula que teníamos los de Religión. Y al final las agujas se dirigieron hacia los números mágicos y el timbre volvió a vibrar estrepitosamente. Me dispuse a guardar todas mis cosas y salí el primero de clase, cosa poco habitual en mí ya que era y soy un tardón. Como es lógico al salir antes que nadie también llegue el primero a mi habitual aula de clase. Estaban saliendo todos de clase, para estirar las piernas y me metí dentro. La clase estaba completamente vacía, deje la mochila encima de mi silla y cuando me di la vuelta unos ojos y una sonrisa me dieron la bienvenida. Aquellos ojos los conocía bien, eran de un muchacho que había coincidido conmigo en alguna clase.
-Eh que pasa- me dijo como a manera de saludo- bonita mochila.
Y diciendo estas últimas palabras me derribo la silla donde se encontraba mi mochila. Yo me apresure a levantarla, pero el muchacho me agarro y me empujo hacía atrás, volviendo a mostrar una sonrisa, que claramente no era amistosa. Me fui otra vez hacia la mochila y el me empujo y me tiro al frio suelo. Me levante y otra vez me fui hacía la mochila. Ni siquiera le esquive cuando me agarro y me tiro hacía otra mesa. Mi cuerpo se precipito hacia esa mesa y se golpeo duramente. Pero eso no me impidió que me levantara y le mirase a la cara.
-¿Qué?- me dijo con voz divertida.
-Deja mi mochila y vete- le respondí.
Parecía que me hacía caso y se dirigió hacia la puerta. Suspire de alivio y algo dolorido me fui hacia la mochila. No llegue a tocarla. Sentí como unos brazos me agarraban y me tiraban al suelo y me tiraban encima algo duro (una silla) el objeto me golpeo de tal manera que no pude aguantar un quejido que se me escapo por la garganta.
-A mí nadie me da órdenes. ¿Te enteras?
No sé lo que me empujo a decirle no. El se quedo un poco asombrado pero luego pregunto que decía y otra vez le respondí que no le iba hacer caso. Se enfureció y me pataleo una y otra vez como si lo que tuviese debajo fuera un saco de patatas. Me intente levantar entre aquel mar de patadas y logre sujetar la pata de una mesa cercana. Los golpes cesaron y logre levantarme agarrándome a la mesa. Una vez incorporado mire a mí alrededor: ya no estábamos solos, se había formado un corrillo entorno a nosotros. En las caras de algunos pude reconocer nombres y apellidos, pero ellos solo estaban allí como espectadores ávidos de la emoción de ver una pelea. Mi mirada se volvió a centrar en mi agresor. Sus ojos destellaban un brillo asesino y bullían de cólera. Entonces volví a moverme y le dije:-No te creas que por mucho tirarme al suelo eres mejor que yo. Esas palabras me condenaron. Me cogió por la cabeza, me acuerdo que intente darle una patada, pero eso solo provoco que me desestabilizara y me precipitase al suelo. Sentí como su mano aferraba mi cabeza. Intente revolverme. Pero eso fue mi condenación, la furia estallo en mi atacante y empezó a golpear mi cabeza sobre el suelo. Y yo revolviéndome y con cada intento de mi parte de escapar la cólera del otro se iba inflando, podía sentir su respiración agitada y un gruñido de frustración provocado por el hecho de que aun me resistiese. De pronto mi cabeza se transformo en una pelota que votaba sobre las baldosas del suelo. Mi vista empezó a oscurecerse como si la noche hubiese caído sobre mí, mi percepción sobre lo que ocurría huyo a un lugar muy lejano y ya no escuche más esa respiración agitada que se encontraba detrás mía. Lo siguiente que recuerdo era que estba en un lugar a oscuras. Pensé que bien se estaba en aquella oscuridad tan protectora y que se me antojaba acogedora. No savia donde estaba ni quién era yo, pero me daba igual se estaba muy a gusto así. No pensaba en nada más, ningún pensamiento me atormentaba. Pero a medida que pasaba el tiempo en la oscuridad apareció como una especie de rumor, al principio no le hice el menor caso, pero a medida que seguía ese rumor me pico la curiosidad y me interese por saber de donde provenía ese ruido en aquella oscuridad. Y poco a poco me acerque al ruido, aunque estaba seguro que no me estaba moviendo. Entonces la oscuridad se fue disipando para dar lugar a algo de claridad, y de pronto abandone definitivamente aquella oscuridad y comprobé que seguía en la clase, que no me había movido o mejor dicho sí, estaba sentado en una silla y alguien me miraba expectante. No le conocía. Pero el parecía que si pues me estaba hablando, aunque no le entendía muy bien lo que me estaba diciendo. Poco a poco la comprensión volvió a mí y supe que el que me estaba hablando era un profesor de inglés, que conocía de vista y a su lado el jefe de estudios.
Continuara.............
miércoles, 13 de enero de 2010
Las Brujas de Salem
En la anterior entrada comente sobre el principio de mis desvelos y mi calvario en el Instituto. Pero no solo en las aulas se puede sufrir acoso. Otro sitio es en el autocar escolar. Es el sitio con el que más se mueve la gente con impunidad. En mi caso el autocar nos llevaba desde mi pueblo al instituto que se encontraba a unos 30 minutos y por el camino recogía a chavales de otros pueblos. Pues bien, aquello era un desorden, Sodoma, San Quintín, un carnaval cutre o cualquier apelativo que se le pueda ocurrir a uno para designar con palabras aquel caos en el que se transformaba la chatarra con cuatro ruedas en el que éramos transportados. Todo este caos (imagínense a la gente comiendo en el autocar, rajando y pintando los asientos, tirando pelotas de papel, escupitajos al suelo y un largo etc. aderezado con un griterío infernal)era aguantado sin rechistar por el conductor seguramente pensando que por poner orden no conseguiría un aumento de sueldo (alguna vez alguno se mosqueo pero acabo burlado y aun más cabreado y en lo sucesivo si le tocaba hacer nuestra ruta se mantenía callado). Pues allí sufrí también había acoso escolar, pero esta vez por lo menos en los dos primeros años los agresores no eran del sexo masculino, sino femenino (ríete tu del dicho ese de las armas de una mujer) Eran si no me recuerdo mal 4. Las Brujas de Salem las llamaba en mi fuero interno, aunque no a todas luego explicare el por qué, ahora vamos a lo que vamos. Tres de ellas eran rubias (color que se lleva muy de moda entre la mujeres, no sé el por qué sinceramente) y eran del mismo pueblo y al parecer habían sido desde siempre amigas del alma (un alma que yo me imaginaba negra y oscura), dos de ellas eran mayores que yo, otra de mi misma edad y otra más joven que yo (era la hermana de una de ellas). Pues bien se dedicaban a utilizar a todo descerebrado que se dejara manipular para que las divirtiesen y las liberasen de las frustraciones. Este pobre chaval o chavala tenía que meterse con otros estando las cuatro delante. La maniobra que utilizaban era muy sencilla: o bien se ponían atrás del todo y procuraban dejar algún asiento libre y cuando veían a alguien sin sitio le ofrecían el lugar libre. O bien si ellas llegaban tarde al autobús empezaban a echar a la gente que estaban sentados en esos lugares y que casualidad que siempre quedaba alguien con el que podían meterse. Qué casualidad ¿eh? Si es que este mundo está lleno de casualidades. Mae mía, mae mía.Entonces como iba contando sacaban a alguien de su corte y le azuzaban para que pelease con la victima elegida. Como si se tratase del Coliseo Romano había clamores de mátalo, acaba con él o ella y hasta dedos hacía arriba o abajo, todo un coliseo a la romana. Hubo alguna vez que o bien el aburrimiento era muy grande entre ellas o tal vez era que habían tenido un día de perros que se atrevieron a echarse a la arena para patear algún culo o arrancar mechones de pelos. Alguna de esas veces fui yo aunque solo se limitaban a estirones de pelo o callejones de esos que ya he dicho que sabían a Huy que daño. Pero una vez paso que el autocar llevaba exceso de pasajeros y me toco sentarme en las escaleras del bus que estaban cerca de la puerta de salida de atrás. Un de ellas se empezó a meterse con migo, pero solo de boca y de repente ese día la inspiración me vino y la empecé a contestar dejándola como un trapo sucio. Sus amigas del alma empezaron a jalearme a mi (para que veais lo que hace una amistad verdadera: llega uno que pone a parir a su amiga y no solo no la defienden sino que aplauden las ocurrencias del otro) y cuando ya estábamos llegando a la parada de su pueblo la muchacha se coloco justo a mi lado. Huy, huy que quedra de mi una muchacha que me sacaba dos cabezas y que era enorme y fornida. El autocar se para ella se abalanza sobre mi no precisamente para hacerme arrumacos de enamorados como habéis adivinado seguramente, y yo me aparto en otro momento de inspiración, ella cae al suelo, me agarra de la pierna caigo al suelo ella busca mi pelo (leí una vez que ese es el sitio donde las mujeres atacan preferentemente a otras mujeres) y yo que no tenía mucho pelo por aquel entonces me voy a por el suyo, le arranco unos mechones y la tiro del fuera del autocar justo cuando las puertas se abrían. Surrealista puede parecer la pelea o alguno dirá estaba cantado que el chico ganaría a la chica. Bueno yo no lo veia así es un topicazo eso que las mujeres es el sexo débil, además las mujeres se desarrollan antes que los muchachos (y en este caso ella contaba con 15 años y yo con casi 13), y que ella media 1´78 y el pringadillo 1,68. Bueno llegamos casi al final del relato. ¿Qué paso cuando al día siguiente me vio la muchacha? Pues nada, no me dijo ni mu y al pasar algunos días me saludaba cuando me veía. Más adelante dejo a sus antiguas amigas, no creo que fuera yo el responsable de ese cambio, más bien supongo que maduro y decidió dejar de lado todo aquello. ¿Qué paso con las restantes? Siguieron a lo suyo y ninguna se saco el graduado escolar, salvo la más joven. En todo grupo siempre hay alguien que destaca por encima de otros en este caso por cualidades muy dudosas, en este caso era la mayor de ellas. Tenia que estar verdaderamente trastornada la muchacha por que gritaba Soy Satanás (y como la Satanás la conocía yo). Ahora al echar un vistazo hacia atrás me da lástima de Las Brujas de Salem y el miedo que tuve a La Satanás a dado paso a la tristeza por alguien que no tenia el más mínimo aprecio a sí mismo y sus semejantes.
miércoles, 6 de enero de 2010
El Principio
Siempre hay un principio para cualquier historia, o eso es al menos lo que se suele decir. En mi caso empezó poco después de los primeros días de Instituto. Por aquel entonces empezaba primero de la E.S.O. el temor (que por otra parte es lógico cuando uno se encuentra en un lugar y ambiente ajenos a los havituales y más cuando uno tiene 13 años) se esfumaban cual niebla de un día de otoño. O eso era lo que yo creía. La aula donde tenia que estar "recluido" de 8:30 hasta las 2:30 más o menos, no se parecía en nada a esas que aparecen en las películas o series norteamericanas, que tanto éxito tiene entre el publico joven. El lugar en cuestión era una havitación con 23 sillas y otras tantas mesas de conglomerado con el característico color verde. Detrás en una pared con algunos azulejos a sus pies había unas perchas que se movían peligrosamente como si añorasen el frio suelo que se encontraba bajo ellas. A mi izquierda estaban las ventanas (bonitas ventanas por las que una vez mi estuche salio despedido y fue a parar a un bonito charco de agua de lluvia en el patio) y enfrente la monstruosa mesa verde del profesor y en la pared una pizarra. Todas las demás clases eran parecidas, salvo las que aparecerían años después, denominadas Cuarto de baños-Aulas (es evidente lo que eran antes de ser clases,¿no?), luego había algunas que eran especificas para cada asignatura como Tecnología, Música, etc. Nos situamos más o menos ¿no?(aprendí que siempre es bueno situar al espectador y darle toda la información necesaria, que luego a uno le critican, y como ejemplo lo de En un lugar de la mancha de cuyo nombre no me quiero acordar, vivia.....; y han pasado ya unos siglos y la gente diciendo aun Anda dara) Pues bien había en mi clase un chaval el doble de grande en estatura que yo y cuando sonreía el pobre no podía evitar que apareciese esa hilera de dientes torcidos y amarillentos que tenia. Tenia un complejo del carajo y ya se sabe uno que se da cuenta el otro también se mofan de el y yo que pasaba tranquila mente con cara de mae mia a ver cuando el Real Madrid gana la Copa del Rey que esto no puede seguir así, cuando recibí un empujón que casi me hizo caerme al suelo. Afortunadamente no me cai al suelo pero se descojonaron de mi la gente que estaba cerca. Y así con este incidente que no fue a más empezo todo. Pues el granduñon que apesar de su aspecto terrible la gente se metia con el, se dio cuenta que si se metia conmigo la gente no iva a por el, sino a por mi. Y así me gane mi primer abuson, que no seria el ultimo.
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