Si uno teclea en el buscador Frases sobre los libros o la literatura te salen cientos de páginas llenas de ese tipo de frases, que alguna vez a alguna cabeza pensante le dio por soltarla y allí que ha quedado para la posterioridad. Sinceramente pienso que es una chorrada, uno no tiene por que buscar frases que animen a leer libros para que te inspiren para ir a una librería o coger el tochazo ese grande que tienes en la habitación que alguien te regalo y que nunca le prestas atención, salvo para calzar la pata del sillón cojo. Creo que la literatura es algo personal, algo que solo te concierne a ti. Que te gusta los libros (da igual tu preferencia, tanto si te gustan los libros malísimos pero que por un azar se venden como churros o si te apasiona la buena literatura) o que no pues allá cada uno, sinceramente. A mí personalmente me apasionan, me seducen los libros nuevos que huelen a papel nuevo y a una mezcla de distintos olores o tocar las páginas arrugadas y frágiles de uno antiguo. Esa fascinación me viene de mis años de instituto, en el que los libros representaron para mí una ventana de escape a las agresiones, a la indiferencia de mucha gente ante mi problema, al fracaso que parecía llevarme todo eso. Me sumergía voraz en cada una de las paginas d los libros que caían en mis manos, muchos de ellos de la biblioteca del Instituto y por un momento indeterminado de tiempo desaparecía en el mar de páginas, olvidándome del tiempo y del mundo en general. Pero cuando cerraba el libro o cada día volvía al instituto allí estaba la realidad, me gustase o no. Poco a poco ante el abandono de alguna gente que pensaba que eran mis amigos de Instituto me refugie durante los recreos en las cuatro paredes de la biblioteca. Me acuerdo que pregunte si tenían alguno de la saga de Harry Potter, si, esos libros que tratan de un adolescente su varita mágica y de polvos mágicos (seguro que alguno estará ahora pensando en esas mismas cosas pero con distinto significado, mira que hay cada uno que....). Me respondió la bibliotecaria que no había ninguno de los 4 títulos que tenían en la biblioteca sobre Harry Potter (por aquella época solo habían publicado 4 títulos de los 7 que forman la saga), pero que cuando los tuviesen me lo diría. Paso más o menos una semana y un día que tenía clase de lengua, la bibliotecaria que también era mi profesora de lengua me trajo lo que me había prometido. Aquí viene ahora lo bueno, os explico. Generalmente uno empieza una saga por el primer libro, pero yo no. El Libro que me trajeron era el 4 de la colección (es decir el ultimo), pero ni mu dije, y lo cogí de las manos de mi profesora, que me deseo una feliz lectura y que me gustase el libro tanto como a ella. Ese mismo día en el autobús que iba del instituto a mi casa me lo empecé a leer, y así seguí toda la tarde leyendo. Al día siguiente que era sábado seguí leyendo fervorosamente todo el día. Aunque no me había leído los anteriores libros de la saga, si que había visto la adaptación cinematográfica del primero y más o menos savia quién era cada personaje. Total que mi única preocupación en este mundo se transformo en seguir leyendo el libro a bocados, frenéticamente. Por mis ojos pasaban los paisajes escoceses que recorría el expreso de Hogarts, contemplaba la torre de astronomía como si la tuviese allí mismo, en mi habitación. En fin que ese libro fue el principio de mi fascinación por los libros. Una vez terminado el 4 seguí con el tercero, segundo y finalmente con el primero. Mi curiosidad no se detuvo en Harry Potter, me recomendaba la bibliotecaria otro libro cada vez que me terminaba alguno y en historia, donde el profesor nos mandaba libros de Novela Historica cada trimestre y nos daba a elegir entre dos títulos yo me leía los dos títulos por cada trimestre (vamos, que ríete tu de la adicción a la nicotina que tienen los fumadores empedernidos, yo estaba enganchado a la tinta y a la celulosa). No sé cuántos libros pasaron por mis manos aquel año que me enganche a los libros (tal vez sin exagerar unos 20, exagerando 1000). Desde entonces los libros se transformaron en seres reales que me contaban al oído, sus alegrías, sus tristezas, sus proezas y sus miserias y las pasiones más bajas. Y se transformaron en una especie de droga que mitigaba mis sufrimientos mundanos y ahogaba la frustración que sentía en mis entrañas. Concluyendo, los libros supusieron para mí una manera de evadirme de mis problemas de vez en cuando, de enriquecerme como persona, de satisfacer mi curiosidad y una ayuda para no caer en el abismo.
SENCILLAMENTE GENIAL, NECESITAMOS QUE ESTE BLOG CREZCA A DIARIO AMIGO FEANOR SIN DUDA TE DEPARA UN FUTURO ALENTADOR COMO CONTADOR DE HISTORIAS O MEJOR DICHO ESCRITOR.
ResponderEliminarUN ABRAZO.
BOIORIX.