martes, 23 de marzo de 2010

Furia desatada

No, no soy el mejor de los hombres. No lo he sido en el pasado y tampoco lo soy en la actualidad. E cometido errores y porque no decirlo e sido causante de pequeñas picias o grandes (según como se vean y en que ángulo te coloques). El dicho ese tan famoso que se suele decir del que esté libre de pecado que tire la primera piedra, me afectaría a mí. Tiendo a considerarme alguien frio en algunos aspectos, pero muchas veces cuando por alguna razón o por causa de alguien estoy mal, suelo explotar todo lo que me he callado mejor que no esté nadie a mi alrededor, ya que suelo cometer tonterías y decir chorradas, chorradas que en algunos casos pueden herir al destinatario de mi temporal injusticia. Siempre me he arrepentido incluso aunque alguien se lo pudiese merecer. Nunca es bueno las respuestas o las venganzas desmedidas (un claro ejemplo por lo menos literario es el de Hamlet). Una de las respuestas más desmedidas que perpetre en mis años de instituto fue a causa de un lanzamiento de una piedra que una vez (no era la primera vez) me impacto en el pie derecho. El causante era un muchacho, algo más pequeño en edad que yo que estaba rodeado de chavales y muchachas, los cuales se descojonaron al ver mi cara de consternación a causa del impacto de la piedra. Me retire de allí con mi orgullo herido, pero no solo me retiraba con el orgullo herido. También me retiraba colérico y enrabietado, pero aun me podía controlar. Aquel día estaba siendo de los peores. Recuerdo que por la mañana, nada más empezar la clase tuvimos un examen, durante el examen se le cayó una chuleta a uno de mis compañeros de clase que estaba cerca de mi mesa, el profesor vio el papelito con la chuleta y cogió mi examen sin mediar palabra alguna y me dedico la frase esa de: -estas suspendido por hacer chuletas. A pesar de mis protestas el profesor no me creyó, creo que me dijo que él no se chupaba el dedo. Para colmo los nubarrones de aquel día no se iban a detener con lo acaecido durante el examen. Cuando llegue a la cafetería para comprarme el bocata, claro, como no podía ser de otra forma me quede sin bocadillo ya que se me coló un grupo de muchachos y compraron los últimos bocatas que quedaban. Y ahora me pasaba lo de la piedra. Quedaban unos minutos para terminar el recreo y me dirigí a una de las puertas del instituto, allí al amparo de un pasillo me quite la zapatilla y vi como en la punta del calcetín estaba lleno de sangre, intente quitarme el calcetín para comprobar el daño que había causado la dichosa maldita piedra de las narices, pero al hacerlo me rozaba el calcetín con la herida y esto me hacía daño. Estaba yo en estas tesituras cuando apareció por la entrada el grupo de muchachos y muchachas que se habían reído de mí y a la cabeza como cual pavo haciendo gala de si habitual contoneo se encontraba el muchacho que me había lanzado la piedra. Pasaron por delante de mí, mis ojos estaban cargados de veneno, un veneno que aun estaba contenido en la botella gracias a un flojo tapón de corcho. El tapón exploto dejando libre el veneno cuando el muchacho paso a mi lado sonriendo. Aquello fue el colmo. Me abalance a por él y le sacudí un puñetazo, un puñetazo certero, fuerte, de esos que solo el odio pueden conferir. El muchacho cayó al suelo y mis pies empezaron a darle patadas, sediento de venganza. Una venganza que se vertía en ese muchacho, pero que no solo se había desatado a causa de la piedra, sino de mucho tiempo de ser violentado por otros y de ser humillado una y otra vez. Era la gota que había colmado el vaso. Ahora me tocaba a mí. Los golpes que daba al muchacho me provocaron un estado de descontrol, la gente que acompañaban al muchacho empezaron a gritar que parase (yo no les oía, estaba enfrascado en verter todo el odio hacía mi victima). Como veían que no paraba los muchachos se arrojaron para detenerme. Mi reacción no fue mucho mejor hacía ellos que a su amigo tirado. Es increíble la fuerza que me dio aquel estado, tan cercano al de la locura y a los sentimientos desatados. Me enfrasque en una pelea con los amigos del muchacho y al igual que descargue mi furia descontrolada hacia el anterior lo mismo hice con aquellos. Aquello no fue una pelea, no pensaba al dar golpes, solo daba rienda al rencor y a la rabia que me habían atenazado desde hacía mucho tiempo. Parecía que aquello me iba la vida. A pesar de que ellos eran dos y yo uno la pelea les deparo un resultado bastante negativo en forma de moratones y alguna camiseta destrozada. Solo se detuvo la pelea cuando apareció un profesor que puso fin a aquella espiral de violencia desatada. Violencia que había desatado yo. Después de tanto tiempo de haber sido el que había recibido agresiones, era yo ahora el que me había tomado la justicia por mi mano. Pero no nos engañemos, aquello no fue justicia, fue un error cometido por alguien que durante mucho tiempo, demasiado había sufrido en silencio algo insoportable (y que todavía tendría que soportar aquella situación durante mucho más tiempo). Por un rato me había convertido en aquellos que me habían agredido, presas de problemas que afrontaban agrediendo y humillando a otros. Lo peor que a uno le pueda suceder es convertirse en aquello que tanto odia, que causa tato dolor y daño. Esta regla sirve no solo para el acoso escolar sino para todos los ámbitos de nuestra vida. Tal vez en mi caso fue solo un lapsus de tiempo, algo circunstancial y que solo paso una vez, pero no es escusa para volverse en lo que uno más teme aunque sea solo una vez. Como veis no solo he sido víctima de injusticias y de los males ajenos, espero que esto os haya servido para conocerme mejor (a los que leéis esto y me conocéis) y para el resto para comprender mejor estas memorias y el problema del acoso escolar, de la espiral de violencia que se convierte.



2 comentarios:

  1. Mis felicitaciones Feanor por este blog q esta muy bien trabajado aunque todo es susceptible de mejoras y cambios, pero las entradas estan muy bien. M esorprende lo detallado de algunos de los hechos relatados. Pero un apunte sobre esta entrada, dices q t dieron una pedrada en el pie y q t hizo sangre pero luego narras q le pegastes patadas ¿como pudistes darle patadas si estabas machacado del pie?

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  2. mUY BUENA VISTA LECTORA X LO Q VEO PARA LAS APARENTES INCOERENCIAS. NO, NO ES UN ERROR LO DE LAS PATADAS ME EXPLICO AUNQUE ES MUY SENCILLO: LA PIEDRA M DIO EN UN PIE PERO NO EN LOS DOS Y LAS PATADAS Q PROPINABA ESTABAN EJECUTADAS X EL PIE SANO. AUN ASÍ M ENCANTA Q LOS Q LEAIS MIS ENTRADAS M LLAMEIS AL ORDEN CUANDO CREAIS Q NO EXISTE COHERENCIA EN ALGUNO DE LOS HECHOS Q OS NARRO. FDO: FEANOR

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